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dilluns, 27 de juny del 2011

Notas de un lector impaciente: Luciano Canfora y la democracia.


Joan Tafalla

La necesidad de retomar la tradición democrática frente al vaciamiento de sus contenidos por parte del liberalismo se transformó desde mediados de los años noventa del siglo pasado en una tarea imperiosa. La ofensiva neoliberal en curso desde los años de Reagan y Tatcher se desarrollaba impulsada por la caída de los regímenes post-estalinistas. El neo- liberalismo alejaba progresivamente el imperium de los espacios de soberanía ( precarios e insuficientes, pero reales) conquistados tras la derrota mundial del fascismo y del nazismo en 1945. El neoliberalismo rampante, destruía los estados nacionales, destruía los espacios de ejercicio de soberanía y trasladaba el imperium brutalmente hacía los verdaderos centros de poder: empresas transnacionales, FMI, BM, USA, Unión Europea, Banco Europeo... La izquierda institucional se dividía entre los partidarios acérrimos de ese proceso ( cómplices ciegos de su propia autodestrucción: ) o el despiste atávico de los herederos del eurocomunismo y el oportunismo tous azimuts de Los Verdes tipo Fisher o Cohn-Bendit.

La urgencia de reabrir ese dossier fue anunciada en España por un libro publicado por Joaquín Miras a principios de la década pasada, titulado Repensar la política, refundar la izquierda[1] cuyo subtítulo es un verdadero programa intelectual y moral: Historia y desarrollo de la tradición de la democracia. Un programa intelectual y moral que discurre por la vía trazada por Arthur Rosenberg[2], Georg Luckacs[3] y Antonio Gramsci.

Partiendo de estos y otros autores, Miras sostiene que una concepción de la democracia como movimiento de las clases populares en lucha con la oligarquía del dinero, en lugar de ver en ella un régimen político basado en la representación mediada de la soberanía popular. El carácter democrático de cualquier movimiento o institución proviene más de su sustancia o carácter de clase que de los procedimientos. Con Aristóteles afirmaría: “... en lo que diferencian la democracia y la oligarquía entre si es en la pobreza y la riqueza; y necesariamente, donde gobiernen por dinero, ya sean menos o más, ese régimen será oligarquía y, donde los pobres, democracia, pero suele ocurrir, como dijimos, que aquellos son pocos y estos muchos[4]. Interesa recordar aquí que Aristóteles no era precisamente un demócrata, lo que confiere a su análisis un valor importante: esta frase no se puede inscribir en el discurso de la retórica “democrática”, si no en el realismo del que acepta sin más la existencia de la lucha de clases.

Pero no pretendo aquí hacer una exégesis de la obra de Miras. Los amables lectores de esta nota pueden leerla y juzgar de su utilidad usando sus propias gafas. Lo que me interesa aquí es publicar unas notas de lectura de otro autor que, procediendo del mismo mundo intelectual de Miras ha tratado durante la última década el tema de la democracia, aportando un discurso crítico de los regímenes autodenominados democráticos de gran interés.

Canfora no siempre coincide con Miras en la urgencia y la viabilidad de recuperar la venerable tradición de la democracia al servicio de un proyecto de emancipación social. Sin embargo, los cuatro libros sucesivos: Crítica de la retórica democrática[5], La democracia. Historia de una ideología[6] , Exportar la libertad[7], y el aún no publicado en España, La natura del potere[8] constituyen un recorrido insoslayable para cualquiera que se plantee esta problemática.

Crítica de la retórica democrática

En Crítica de la retórica democrática Canfora admite sin mayores discusiones la teoría de élites formulada a finales del siglo XIX y principios del XX por Gaetano Mosca[9] y por Robert Michels[10]. Aún aceptando que la tendencia a la burocratización y a la conversión en casta apartada del pueblo de la mayoría de las organizaciones que se reclaman de la tradición de la izquierda hace imprescindible la lectura de ambos autores para ser comprendida, no creo que la solución a los problemas de la democracia y del socialismo provenga del conservadurismo y del pragmatismo que propugna esa escuela. Vale aquí aludir al aforismo sobre la necesidad de combinar el pesimismo de la inteligencia ( análisis realista y conforme a datos de la evolución de los diversos regímenes y partidos que se reclaman de la democracia y del socialismo) y el optimismo de la voluntad ( necesidad ineludible de retomar la tradición democrática para poder retomar alguna vez la tradición socialista).

En nombre de un saludable realismo analítico crítico del discurso ideológico y de la retórica encubridora de los reales mecanismos de dominación, de las democracias occidentales, Canfora acepta como inevitable el aristotélico sistema mixto. Coincido con él: el carácter real de muchos de los sistemas políticos que se auto-denominan “democráticos” sin serlo, es realmente mixto: monarquía, oligarquía y democracia combinados. De ahí a aceptar resignadamente esta realidad hay un gran paso que yo, no estoy dispuesto a dar.

En el largo periodo de avance democrático abierto en 1789, numerosas reivindicaciones democrático-populares han debido ser aceptadas por la oligarquía tras dura pugna con los sectores populares para, a continuación, ser vaciadas de sustancia y reconvertidas en instrumento de refuerzo de la hegemonía oligárquica. Esa es la realidad palpable. Esa es la realidad que Canfora denuncia. Sin embargo, es no es el único camino posible. No hay motivo para pensar que sea imposible un régimen de democracia tout court ni para pensar que las élites siempre secuestrarán la soberanía popular.

Canfora llama a testimonio a favor de su adhesión a la teoría de élites la crítica del sistema parlamentario presente en los Quadernos de la Cárcel de Antonio Gramsci y concretamente en el <§> 30 del cuaderno 13 titulado: El número y la cualidad en los regímenes representativos. En ese parágrafo Gramci critica la crítica oligárquica de los regímenes parlamentarios como regímenes de mayorías numéricas efectuada desde las posiciones de la revista Critica Fascista. Gramsci se burla de la banalidades usadas por la crítica oligárquica del parlamentarismo. Lo que le parece una crítica substantiva en cambio es la realidad de que en esos regímenes no todos los votos sean iguales y, que: “el consenso numérico es sistemáticamente falsificado por el influjo de la riqueza [11]. La crítica gramsciana no se refiere al sufragio universal, si no a su falsificación sistemática en los regímenes parlamentarios. El párrafo de Gramsci acaba con un elogio de un sistema de una democracia sovietista ideal que, leído en su textualidad no se puede ni debe confundir con el sistema soviético realmente existente en los años en que Gramsci escribía este cuaderno ( 1932-1934) ni mucho menos con los años posteriores. Una democracia de consejos que, de ser conocida, no andaría muy lejos de la actual reivindicación de Democracia Real ¡Ya!

La democracia. Historia de una ideología

Crítica de la retórica democrática es un primer esbozo de La democracia, Historia de una ideología obra mayor de Canfora donde trata de dar una visión de conjunto de la historia de la tradición democrática. La democracia... proporciona una critica muy competente de la ideología democrática dominante. Aunque quizás sea de notar la ausencia de una delimitación más precisa entre la idea de democracia de la constitución francesa de 1793, o de la práctica democrática de la Comuna de Paris, con respecto de los regímenes liberales representativos tipo Tercera república francesa que se constituyen como forma de consolidar la hegemonía de la nueva clase dominante. Una hegemonía que no se había podido consolidar durante los casi ochenta años que median entre 1795 y 1871, en que Francia vio desfilar diversos regímenes: la restauración, las revoluciones de 1830 y 1848 el interludio cesarista y el último coletazo de la democracia popular en 1871. Que la tercera república y los regímenes que se le parecen usen la palabra democracia integrándola en su discurso justificativo no debe hacernos perder el norte: la democracia y el liberalismo son regímenes diversos.

La democracia... fue censurado su editor en Alemania por atreverse explicar que la “democrática” República federal alemana de Konrad Adenauer se edificó sobre la base de un pacto entre la Democracia Cristiana y los USA por una parte y numerosos cuadros políticos y militares procedentes y participantes en el Tercer Reich. El documentadísimo capítulo dedicado a Alemania llevó al editor alemán a la no publicación de un libro contratado y que fue calificado por algún historiador de pago, como panfleto comunista[12].

Como digo, La democracia... supone un esfuerzo monumental por parte de Canfora de hacer una historia de lo que llama “ideología democrática” desde su primera aparición en Grecia hasta las primeras revoluciones europeas que se plantearon el problema del sufragio universal. En ella se reitera el uso de la teoría de élites para criticar el sistema parlamentario. De esa crítica elitista, Canfora deduce en diversos pasos la inviabilidad de la democracia. Canfora considera que en un sistema mixto en que la democracia debe convivir y limitar sus excesos con instituciones oligárquicas ( sean un sistema parlamentario, o un régimen de partido único), o incluso monárquicas ( sean en la forma de presidencialismos o cesarismos progresivos). Sin embargo, Canfora da pasos adelante muy considerables en relación con el libro anterior: empieza oponer liberalismo y democracia. En las partes del libro donde Canfora percibe mejor esa distinción, el rescate de la tradición democrática aparece como única alternativa y deja de ser solamente como ideología. Véase por ejemplo, su contundente crítica de la Constitución europea: “... ha vencido la libertad – en el mundo rico – con todas las terribles consecuencias que ello comporta y comportará para los demás. La democracia queda aplazada hasta un nuevo mañana en que será objeto de una nueva reflexión por parte de otros hombres. Tal vez ya no europeos[13]. Es de desear que nuevas obras de Canfora sobre la democracia vengan a corroborar y a afianzar esa distinción analítica y normativa.

Exportar la libertad

Exportar la libertad[14] pareció dar pasos consistentes en esa dirección. El libro muestra la impresionante capacidad de Canfora para inducir tendencias históricas manejando con suma solvencia hechos tan lejanos los unos de los otros como puedan ser:

  • la intervención de Luis Napoleón ( aún presidente de la segunda república) en defensa del Papa Pío IX contra la república romana de Mazzini y Garibaldi en 1849;
  • la utilización de la consigna “libertad para los griegos” alternativamente por parte de Esparta y Atenas durante la guerra del Peloponeso ( 431-404 a.c.), durante las guerras médicas ( 478 a.c.); en la guerra de Atenas contra Samos ( 441-440 a.c.); o el rol de esa misma consigna de la libertad para los griegos en el juego geopolítico entre Inglaterra, el imperio austro-húngaro, Francia y el imperio otomano durante el siglo XIX en los Balcanes o,
  • la analogía que establece entre revolución húngara de 1956, y la represión ateniense ante la insurrección de Samos frente Atenas;
  • la no intervención de las potencias democráticas a favor de la república y contra el franquismo tanto durante la guerra civil española, así como al final de la segunda guerra mundial.

En esa misma clave Canfora examina brevemente la historia de la URSS y de los países del Este de Europa entre 1945 y 1991, entendida como “... la historia de la gestión, la crisis y la dilapidación del capital de prestigio obtenida por “haber llevado la libertad” a Europa[15].

En todas estas obras encontrará el amable lector una constante de la obra de Canfora: la alusión a realidades de la antigüedad parangonables a las actuales. El uso de la analogía es un instrumento útil de inducción de tendencias históricas de fondo. La historia comparada es un buen instrumento de conocimiento de la realidad. Sin embargo fue Luckacs quien en una ocasión donde usaba la analogía para hacer prognosis política, nos avisó de los peligros inherentes a la analogía: “Comprendo que no se deben estirar las analogías y que las analogías no se resuelven en paralelismos, pero me imagino que usted comprenderá a qué me refiero cuando digo que hemos de tener conciencia clara de que nos encontramos en los comienzos de un período nuevo[16].

Cuando la historia comparada y la acumulación de analogías se realiza por parte de autor con obra tan sólida y con un conocimiento exhaustivo de los hechos tanto de la antigüedad como de la contemporaneidad, sus observaciones y reflexiones no pueden por menos que estimular nuestra reflexión. El rol de las continuidades culturales y de la longue durée por encima ( o quizás mejor: por debajo) de las rupturas revolucionarias esta muy presente en la obra de Canfora, como se ve percibe en algunos apartados del libro que el lector tiene entre sus manos y del resto de la obra canforiana. Particularmente ilustrativa de esta longue durée es el anexo de Exportar la libertad: dos documentos cuyas continuidades son sumamente reveladoras a pesar de proceder de culturas y de tiempos muy diferentes: el motu propio de Pio IX de 1949 y la profecía del ayatollah Jomeini en su carta a Gorbachov el 1 de enero de 1989.

Canfora concluye Exportar la libertad del siguiente tenor: “Antaño se dio, y se escribió, que la alternativa al socialismo era “la barbarie”. A lo mejor estamos llegando a este punto[17]. Diagnóstico, pronóstico o preocupación que comparto plenamente. A los historiadores les está vetado, en el ejercicio de su profesión proponer terapias. Pero cualquier ciudadano que lea ese libro puede deducirlas por su cuenta y riesgo.

La naturaleza del poder

El último libro de Canfora dedicado a la temática del régimen político democrático se titula La natura del potere[18] y aún no cuenta con editor en español. El tema tocado por el libro queda inmediatamente de manifiesto: “... ¿como sucede que las varias voluntades de los individuos confluyan en opciones que dan la sensación de ser opciones colectivas? ¿Quién consigue unificar las infinitas voluntades? ¿ Y con qué medios? Es el circuito gobernantes-gobernados; cuya representación holográfica es la de la democracia representativa y del mecanismo electivo-parlamentario, pero cuya realidad es la conquista del imperium, o sea, del poder[19].

Las categorías que Canfora trae a colación para acercarse al tema del poder son diversas: empecemos por la de jefe. La problemática del jefe ocupará bastante espacio en La natura del potere[20]. Se trata en definitiva de un viejo tema del debate socialista de principios del siglo XX que tenía como tema el papel del individuo en la historia. Canfora traerá de nuevo como testimonio de su posición a Gramsci. En el artículo titulado Jefe[21], publicado en l’ Ordine Nuovo el 1 de marzo de 1924, tras la muerte de Lenin sucedida el 21 de enero del mismo año, Gramsci hacía algo más que un simple homenaje a Lenin, si no que polemizaba con sectores del socialismo italiano vinculados a la tercera internacional pero no miembros del partido comunista que criticaban la personalización de la política. En el artículo, Gramsci, critica a los socialistas que reclaman la dictadura del proletariado pero rechazan la dictadura de los jefes, por no aceptar que ésta es “la única forma en que esta es históricamente posible”. Esta frase de Gramsci ha sido mal interpretada en numerosas ocasiones.

Es preciso recordar que este artículo está escrito antes de que Gramsci elabore con mayor matización las vías de la revolución en Occidente y su concepto de hegemonía entendida como la compleja relación existente en el interior del binomio dirección o consenso vs. dominación o coerción. Sin embargo, el artículo de Gramsci no puede ni debe ser utilizado como justificación del estalinismo. La posición gramsciana, que defiende el rol de Lenin como jefe, es clarísima: “ En la cuestión de la dictadura proletaria el problema esencial no es el de la personalización física de la función de mando. El problema esencial consiste en la naturaleza de las relaciones de los jefes o el jefe tengan con el partido de la clase obrera, y de las relaciones que existan entre ese partido y la clase obrera”[22].

El mismo artículo citado por Canfora hace una durísima contraposición entre Lenin jefe de una “dictadura del proletariado expansiva y no represiva” que reconstruye la sociedad rusa en descomposición debido al desastre de la Gran Guerra y de la guerra civil y el Mussolini cuya “... doctrina está enteramente contenida en la máscara física, en el rodar de los ojos en las órbitas, en el puño siempre dispuesto a la amenaza...”[23]. Quizás podemos suponer que algún adelantado de la tesis de la identidad entre bolchevismo y fascismo (tan corriente en los últimos años) estaba en el punto de mira del artículo. Me parece claro que el pesimismo de la inteligencia gramsciano con respecto a la existencia o a la necesidad de los jefes consiste simplemente en considerarlos inevitables en tanto que fruto de la realidad y del atraso cultural de las masas obreras, no tanto como algo deseable o acorde con los principios defendidos. Hay diversos pasos de los Cuadernos y de la Cartas de la cárcel donde Gramsci se extiende sobre este problema, pero no los puedo aducir aquí: serían motivo de otro estudio.

El siguiente concepto que Canfora aborda en su inchiesta sobre la naturaleza del poder será la de cesarismo y, más específicamente la del gramsciano cesarismo progresivo. No debería sorprendernos esta preocupación por el tema del cesarismo en un autor como Canfora que ha dedicado a Julio César un interesantísimo libro[24]. Para Canfora el bonapartismo no es simplemente una monarquía, si no una forma de poder carismático-militar que aparece cuando la situación es inestable y parece imprescindible una figura que haga de arbitro entre las clases en lucha: “No es superfluo añadir, al respecto, que también el tirano, antes de convertirse en la antitesis, en el opuesto, de la politeia y, por tanto, de la democracia, había sido el mediador ( filo-popular) en los conflictos sin salida de la Grecia del siglo VI ac.”[25]

l A este respecto me parece relevante la atención prestada por Napoleón en Santa Elena a la figura no sólo militar, si no política de Julio César. Analizando esta cuestión, Canfora nos muestra una interesante continuidad entre el pensamiento político de Napoleón y la férrea ley michelsiana de la oligarquía traída de la mano del comentario de aquél a las guerras de Julio César: “En los pueblos y en las revoluciones la aristocracia existe siempre: destruidla en la nobleza, ella se sitúa prontamente en las casas ricas y potentes del tercer estado; destruidla en éstas, y subsiste en los jefes de taller y del pueblo[26]. El realismo bonapartista, que no deja de ser una demostración de cinismo por parte de un ex -jacobino, es aducido por Canfora para justificar históricamente la necesidad de la clase política o de la élite que secuestra la soberanía del pueblo. Sin embargo, a mi, lejos de parecerme una prueba de nada me parece un argumento de parte.

Otro de los conceptos en que se apoyará la Canfora será la crítica maquiaveliana a la figura del profeta desarmado. Sin embargo es preciso recordar que Maquiavelo tras afirmar secamente que “...todos los profetas armados tuvieron acierto, y se desagraciaron cuantos estaban desarmados[27], añade que la ruina de Savonarola se debió a que “Cuando la multitud comenzó a no creerle ya inspirado, no tenía el medio alguno para mantener forzadamente en su creencia a los que la perdían, ni para precisar a creer a los que ya no creían”[28]. Lo que a mi modesto entender me parece algo más que una afirmación de la necesidad de la coerción. Me parece un antecedente de la problemática leniniana y gramsciana de la hegemonía entendida como combinación de coerción y consenso.

Canfora muestra que uno de los instrumentos de la conquista y del mantenimiento del poder ha sido históricamente el poder de la palabra. Quien poseía ese don contaba con un instrumento privilegiado para la conquista del poder. “Pero hoy la palabra pública está muerta, sustituida por un potentísimo electrodoméstico. Quien lo posee – por decirlo con De Gasperi- gana las elecciones[29].

Este ligero repaso de la obra de Canfora relativa a los temas de la democracia, de la política y por consiguiente de la lucha por el poder, no puede sustituir un análisis mucho más detenido. No descarto que en un futuro no lejano, una vez acabados algunos trabajillos que tengo reclamando mi atención sobre mi mesa de trabajo, me meta yo en esa camisa de once varas. Sirvan estas notas sólo a modo de aperitivo de un futuro estudio. O sirvan de invitación a otros con mayor preparación que yo, que lo hagan y me ahorren la tarea.

Sea como sea, los cuatro libros de Canfora que he traído a colación en esta nota, están ahí esperando ser leídos por la gente que reivindica democracia en plazas y calles.

( Este artículo, publicado originalmente en La Carmagnole, el día 27 de junio de 2011 puede ser reproducido total o parcialmente, citando siempre el autor y la fuente original del mismo)



[1] MIRAS, Joaquin, Repensar la política, refundar la izquierda, Barcelona, El Viejo Topo, 2002. Se pueden encontrar numerosos trabajos de este autor en que desarrolla aspectos tratados en su libro en http://www.espai-marx.net/ca .

[2] Autor que ha sido reivindicado y presentado de nuevo durante la pasada década España también por Miras). Véase su artículo Artur Rosenberg, un pensador maldito, en la página de Espai Marx: http://www.espai-marx.net/es?id=413.. Se puede encontrar su Historia de la república romana en: http://www.elsarbresdefahrenheit.net/ca/index.php?view_doc=300 y su Democracia y Socialismo en: http://www.elsarbresdefahrenheit.net/ca/index.php?view_doc=285 .

[3] Léanse particularmente AAVV Conversaciones con Lukács http://www.elsarbresdefahrenheit.net/ca/index.php?view_doc=1077 y El hombre y la democracia: http://www.elsarbresdefahrenheit.net/ca/index.php?view_doc=356

[4] ARISTÓTELES, Política, Madrid, Alianza Editorial, 1993, p. 122.

[5] CANFORA, Luciano, La crítica de la retórica democrática, Barcelona, Ed. Crítica, 2002.

[6] CANFORA, Luciano, La democracia. Historia de una ideología, Barcelona, Ed. Crítica, 2004.

[7] CANFORA, Luciano, Exportar la libertad El mito que ha fracasado. Barcelona, Ariel 2007.

[8] CANFORA, Luciano, La natura del potere, Bari, Laterza, 2009.

[9] MOSCA, Gaetano, La clase política, Selección de Norberto Bobbio, México, Fondo de Cultura Económica, 1984.

[10] MICHELS, Robert, Los Partidos políticos : un estudio sociológico de las tendencias oligárquicas de la democracia moderna, Buenos Aires : Amorrotu, 1969.

[11] GRAMSCI, Antonio, Quaderni del Carcere, Torino, Einaudi, 1975, Edizione critica dell’Istituto Gramsci, a cura di Valentino Gerratana, pp. 1625.

[12] Véase información más completa en PONTON, Gonzalo, Los fantasmas de la democracia, en las páginas de opinión de El País, edición de lunes 16 de enero de 2006, p. 14.

[13] CANFORA, Luciano, La democracia. Historia de una ideología, ob.cit. p. 289.

[14] Véase una recensión más amplia de este libro en TAFALLA, Joan: Exportar la libertad por Luciano Canfora, http://lacarmagnole.blogspot.com/2011/06/exportat-la-libertad-por-luciano.html

[15] CANFORA, ob.cit., p. 39.

[16] AAVV, Conversaciones con Luckacs, Madrid, Alianza Editorial, 1971. Primera edición en alemán, 1967.

[17] Ob.cit., p. 90.

[18] CANFORA, Luciano, La natura del potere, Bari-Roma, Ed. Laterza, 2009.

[19] CANFORA, Luciano, La natura del potere, ob.cit. p. 19.

[20] CANFORA, Luciano, La natura del potere, ob.cit., todo el capítulo tercero, cuarto, quinto, sexto y, si mi análisis no anda equivocado también el noveno. Un total de 44 sobre 93 páginas de texto.

[21] GRAMSCI, Antonio, Antología, selección y notas de Manuel Sacristán, México D.F., Editorial Siglo XXI, 1970, pp. 149-153. Utilizo la versión española de Manuel Sacristán del texto que, curiosamente no aparece en la Antología Per la verità, Scriti 1913-1926 a cura di Rezo Martinelli, Roma, Editori Riuniti, 1974. Si que aparece En Le opere. La prima antología di tutti gli scritti, a cura di Antonio A. Santucci, Roma, Editori Riuniti, 1997. La selección de escritos de cualquier autor siempre van marcadas por el aire del tiempo.

[22] GRAMSCI, Antonio, Antología, p. 150.

[23] GRAMSCI, Antonio, Antología, p. 153.

[24] CANFORA, Luciano, Julio César: un dictador democrático, Barcelona, Ed. Ariel, 2000.

[25] CANFORA, La natura del potere, ob.cit., p. 31.

[26] BONAPARTE, Napoleón, Précis des Guerres de César, écrti par Marchand, à l’Ile Sainte-Hélène, sous la dictée de l’empereur, Paris, chez Gosselin, libraire-éditeur, 1836, editada en facsímil en Nápoles, ed. Jovene, 1984, con una nota de lectura de Bertrand Hemmerdinger, p. 209. Conviene aquí incluir el texto en francés puesto que la versión en italiano usada por Canfora muestra alguna discrepancia de traducción: “Chez les peuples et ans les révolutions l’aristocratie existe toujours: la détruisez-vous dans la noblesse, elle se place aussitôt dans les maisons riches et puissantes du tires-état; la détruisez-vous dans celle-ci, elle surnage et se réfugie dans les chefs d’ateliers et du peuple”. La discrepancia de traducción no es pequeña: donde Bonaparte dice “les chefs d’ateliers et du peuple », el traductor italiano traduce: “aristocrazia operaia”, Le guerre di Cesare, a cura di A. Paradiso, Salerno-Roma, 2005, p. 135. Cosa que muestra que el ucronismo no es un defecto exclusivo de los historiadores, si no que también puede ser ejercido por traductores poco cuidadosos.

[27] MAQUIAVELO, Nicolás, El príncipe (Comentado por Napoleón Bonaparte), Madrid, Espasa-Calpe, 1984, p. 33.

[28] MAQUIAVELO, Nicolás, El príncipe, ob.cit. p. 34.

[29] CANFORA, Luciano, La natura del potere, ob.cit. p. 73.

A la recerca del pa total


Steven L. Kaplan

Entretiens avec Jean-Philippe de Tonnac

La France et son pain. Histoire d’une passion.

Paris, Albin Michel. Itinéraires du Savoir, 2010. 539 pages.

De Tonnac - No hi ha una mica d’arrogància en el vostre intent de provar que el pa se situava sota l’Antic Règim en el creuament de tots els camins? Encara que om percebi la seva importància en la historia d’un poble que durant molt de temps no s’ha nodrit més que de pa.

Kaplan.- No crec que les meves recerques hagin contribuït a dir gaire cosa més que allò que era i és el pa pels francesos. El pa està en el creuament de tots els camins. Des de un punt de vista psicològic, sociocultural, polític i econòmic, el era una de les “estructures estructurants” que governaven la vida privada i pública de la França de l’Antic Règim. França no era simplement “panívora”, si parlem tot seguint el pintoresc idioma de l’època; el pa l’obsessionava. El pa era el seu principal mitjà de subsistència ( de la mateixa manera que els grans eren la seva font primordial de riqueses i el major regulador de l’ocupació), el vector per excel·lència del sagrat al temps que era la metàfora més reconfortant. Jacques Necker, ministre, filòsof, banquer i, de tant en tant, especulador dels grans, afirmava que la “subsistència dels pobles” és “l’objecte més essencial” del que s’ha d’ocupar l’administració central. Hauria pogut afegir que l’Estat Modern es crea mercès a la seva aptitud per a apropiar-se de l’excedent de grans mitjançant la fiscalitat, únic mitjà d’apoderar-se del monopoli de la violència y de la justícia i d’aconseguir tenir una espècie de burocràcia.

L’aprovisionament és la preocupació major de l’Estat quina estabilitat depèn de la seva capacitat d’evitar o d’atenuar l’impacte de les crisis. Però el pa és altra cosa que la historia política per amunt de l’inventari de la prevenció dels grans accidents. El curs ordinari de les coses, amb les seves rutines i amb els seus fastiguejants solcs traçats, encara és més important si om s’aboca seriosament a l’ofici d’historiador. Encara que les banalitats siguin més difícils, paradoxalment, més difícils de comprendre, les tenim retrobar-les si volem descobrir el sentit de la resta, es a dir, la part privilegiada. Les demandes diàries i incessants de pa defineixen el model de vida quotidiana a Paris de manera més eloqüent i subtil que el protocol elaborat de Versailles regeix la vida social dins la gàbia daurada del palau. Lluny d’expressar una jerarquia escarpada d’estrats rigorosament discrets i isolats, aquest tropisme de les subsistències, aquest habitus col·lectiu forjaren estranys lligams de dependència mútua, al temps que reforçaven els clivatges en el si de l’edifici social. Possessors i desposseïts, governants i governats compartien les mateixes angoixes. Recordant a cadascú allò que la vida en societat - la civilització – podia encara contenir de primitiu, la dependència respecte del pa remarcava la precarietat de les convencions socials, la seva fragilitat; destacava les limitacions del saber i del poder socials. La necessitat de pa portava a l’elaboració de normes i regles que no podien ésser reductibles brutalment a un càlcul de racionalitat econòmica ni mecànicament aplicables en totes les circumstàncies. En definitiva, el sistema de regulació sembla residir menys en els principis confessats pels estatus que en la lògica de la pràctica que s’ha afirmat al fil del temps.

Altrament dit, om construïa l’ordre quotidià. El seu objectiu, difús encara que mobilitzador, era mantenir l’equilibri relatiu de la metròpoli tentacular i acolorida, disminuir els costos de pertorbació i de dis- funcionament. Essent d’una banda, tema de reinvenció o d’improvisació diària, l’ordre quotidià era al propi temps el producte durador d’un consens no expressat, que cristal·litzava en alguns punts nodals - espacials i institucionals- e el conjunt de la ciutat: corporacions, mercats, esglésies i convents, tabernes, veïnats, sense oblidar els hotels molt accessibles del comissaris de policia ( dos o tres per barri) o el hotels una mica més llunyans i no obstant més nombrosos dels rics i poderosos. Si bé no funcionava sense incitacions i sancions importants destinades a afavorir la tranquil·litat col·lectiva, no obstant aquest ordre no era pas un simple aparell de control social. Tampoc no era una postal idíl·lica de col·laboració social. Lluny de ser codificat o formalitzat en el sí d’una gramàtica social, evolucionava sense parar dins de les costums i d’allò vernacle[1]. No excloïa ni els conflictes i el desordres en mants dominis, però feia de l’aprovisionament un assumpte no partidista: om podia, sens dubte discutir sobre els mitjans, però jamai sobre els fins. Segons el parer comú, quan l’ordre quotidià s’ensorrava i Paris no era capaç d’auto- governar-se i els seus mecanismes es bloquejaven, tot el món en patia. Tots els parisencs eren consumidors de pa en graus d’urgència i d’importància divers. I, per mitjà d’aquestes variacions, tots aquests consumidors - com tot els Francesos de les ciutats i de camp – eren productors de pau o de turbulència social.

D’aquesta manera, om troba el pa en el seu camí quan om estudia la història urbana i la història rural, les relacions entre ciutats predadores ( però també re- distribuïdores) y camp espoliat ( però també beneficiari), el poble menut i el mon del treball, els sistemes de comunicació i de transport, la revolta i la repressió, les representacions i les institucions, la cultura popular i la cultura dominant, les especificitats dels rols femenins i masculins, el mercat i el cabaret, allò sagrat i allò profà, l’economia moral i el capitalisme, les altes finances i la mendicitat, les idees i l’acció. Jo he pogut demostrar, per exemple, que les Llums, que son percebudes com una sola família ideològicament unificada, estaven dividides en realitat sobre la problemàtica de la modernitat. És pel prisma de les fams i dels caresties que Diderot va prendre l’opció de desmarcar-se dels fisiòcrates que anticipen el model neoclàssic de la “ma invisible”. És també a través del meu treball sobre el pa que he pogut els parlamentaris, presentats com a unànimes contra la monarquia, no compartien, sols faltaria, les mateixes posicions.

Em defenso de l’acusació d’haver practicat ni un determinisme, ni un reduccionisme panarra. La meva idea no era reduir-ho tot al pa, ni pretendre que jo m’havia emparat del tema més important. Però en els debats, jo estava en condicions de mostrar el pes considerable que exercia sobre una o altra situacions le filera blat- farina- pa. Crec que he demostrat així que dins d’aquesta societat que estava, com diuen els antropòlegs, situada de manera liminar entre un món tradicional y un món prometeic que estava a punt d’alliberar-se de les seves cadenes, el pa era un mediador absolutament crucial. Treballar sobre el pa no significa pas que om estigui lobotomitzat o que om vulgui evitar configuracions històriques extremadament complexes. Jo vaig començar en una època on la història social era hegemònica. Allò social passava per davant de tot, i eren molt pocs els qui tenien l’autoritat de contestar aquests supòsits. Desprès va començar el seu declivi i el seu rebuig per aquells que consideraven la història social com reductiva, marxisant, ingènua, epistemològicament infundada. Així, jo em trobo sovint a la defensiva tractant de justificar la meva opció per una història social, de la que reconec que ha refusat durant massa temps de posar-se en qüestió. Tot militant per una aproximació social més atenta i permeable als camps culturals ( sobretot discursius i simbòlics), jo no puc pas subscriure la idea de que no hi una “realitat” extralingüística et que “tot és text”. Jo m’interesso vivament en l’epistemologia, a la teoria, en els intercanvis interdisciplinaris, i estic molt marcat per algunes corrents de l’antropologia i de la sociologia. Més enllà dels debats universitaris, també intento explicar al gran públic, a través de les meves obres, que el pa és un dels grans protagonistes de la historia i que s’inscriu en el cor del patrimoni cultural de França. I, a més, m’adreço als actors de la filera blat- farina- pa per a recordar-los el rol que ella ha jugat en el passat i que tenen massa tendència a ignorar, o a minorar, per raons sobre les que ja parlarem més endavant” (pp. 14-17).

(Traducció: Joan Tafalla)

Sota el Matagalls, 25 juny 2011



[1] Vernaculaire: vernacle, allò propi del país.

dimecres, 8 de juny del 2011

ANTIGONE, IL PROFESSORE E IL PRIGIONIERO

VALENTINO GERRATANA "FILOSOFO DEMOCRATICO" - Convegno internazionale di studi, 18-19 novembre 2010 - Aula Volpi, Facoltà di Scienze della Formazione, Università degli Studi Roma Tre

Republica 01 dicembre 1990 — pagina 11 sezione: MERCURIO - DOCUMENTI

In trecentotrenta pagine è racchiuso uno dei sodalizi intellettuali più fecondi e tormentati del secolo. Da una parte Piero Sraffa, l' economista a cui niente sfugge (così disse di lui il suo amico John Mainard Keynes), il professore pensoso che Wittgenstein ricorda nelle prime pagine delle Ricerche filosofiche. Dall' altra c' è Antonio Gramsci, intento a lavorare, al chiuso d' un carcere fascista, ai suoi Quaderni. Funge da tramite, paziente e spesso bistrattata, Tatiana Schucht, la soccorrevole cognata del prigioniero comunista che in taluni studiosi ha evocato l' immagine d' una moderna Antigone.

Temi di conversazione (talvolta animata): Benedetto Croce e l' ignoranza delle scienze naturali nella cultura italiana, le tesi astruse e confuse di Keynes, la pochezza filosofica dell' economista David Ricardo (agente di cambio di mediocre cultura) e questione ancor più attuale le leggerezze dei dirigenti comunisti a Parigi verso il compagno detenuto a Turi.

Il volume, fitto di lettere inedite annotate con rigore filologico (un' ottantina gli scritti di Sraffa più le repliche di Tatiana e le sue relazioni al centro estero del partito), è curato da Valentino Gerratana, autorevole studioso di Gramsci al quale si deve, tra l' altro, l' edizione integrale, senza tagli censori, dei Quaderni.

Da otto mesi, le bozze del libro che ha già un titolo, Lettere a Tania per Gramsci giacciono inutilizzate in un cassetto degli Editori Riuniti. Ne impedisce la pubblicazione il veto posto dall' economista Pierangelo Garegnani, esecutore letterario di Sraffa. Quanta fibrillazione intorno a quelle carte Nella quiete della sua casa romana, in cima alla Camilluccia, Valentino Gerratana rifugge dai clamori della polemica. E, nel corso della conversazione, all' amarezza per una vicenda editoriale stravagante subentra l' ironia dello studioso di fronte alla fibrillazione che si registra da qualche tempo intorno alle carte d' argomento gramsciano.

- Professor Gerratana, perché il suo libro non è ancora uscito?

- Garegnani, che ha ereditato la proprietà letteraria di Sraffa, non condivide l' impianto del mio lavoro. Obietta cioè che avrei dovuto pubblicare il complesso delle lettere di Tania Schucht a Sraffa, una mole di materiale tale che avrebbe inevitabilmente annacquato la sostanza del rapporto tra Sraffa e Gramsci. Ma, più delle obiezioni, mi ha ferito il comportamento anomalo di Garegnani, il quale, nell' autunno dell' anno scorso, approva nella sostanza il mio piano di lavoro. E alcuni mesi più tardi, precisamente il 3 maggio, mi apostrofa con tono severo per telefono ingiungendomi di rinunciare. E' poi seguita la lettera di diffida del suo avvocato. Ora spero soltanto che prevalga un poco di ragionevolezza. Certo sarebbe curioso che, nel centenario della nascita di Gramsci, un libro del genere continuasse a circolare come un samizdat nella ristretta cerchia dei gramsciologi.

- Entriamo ora nel merito della sua ricerca: lo scambio epistolare tra Sraffa e il prigioniero aggiunge qualcosa di nuovo ai rapporti intercorsi tra Gramsci e il Pcd' I negli anni del carcere?

- Le lettere mostrano innanzitutto il variare degli umori di Gramsci verso il partito. In questo senso è importante la relazione scritta da Tania nel 1929 per il Centro estero del Pcd' I. Essa riferisce la reazione aspra di Nino all' ipotesi da lei vagheggiata d' affidarsi a un medico suo amico, Vittorio Puccinelli, il quale aveva assicurato di poter ottenere la commutazione della pesante pena detentiva in appena due anni di confino. Meglio crepare a Turi che perdere la fiducia dei compagni, s' inalbera Gramsci. Tenga presente un dato: Gramsci aveva già ricevuto la famigerata lettera di Grieco. Eppure tiene a cuore la stima dei compagni. Non ditelo ai compagni: io li conosco bene Bisogna dire che nel ' 33 lo stato d' animo del prigioniero sarà molto diverso. Da una lettera di Tania a Sraffa del ' 33 s' apprende che Gramsci non voleva che i compagni italiani sapessero del tentativo grande avviato dallo Stato sovietico per liberarlo dal carcere fascista. In sostanza si fidava più di Stalin che di Togliatti... Direi meglio: si fidava più dello Stato sovietico che di Togliatti. Ma questa diffidenza rientra in un quadro psicologico di grande fragilità. Siamo nella fase della frenesia nevrastenica, come lui stesso la chiamava. Fu in quel periodo che cominciò a rimuginare sulla lettera di Grieco, persuadendosi che gliel' avessero tirata. Ma da Cambridge Sraffa tendeva a minimizzare, liquidando la missiva come una leggerezza assolutamente immune da qualsiasi volontà diabolica. Sraffa sicuramente possedeva più elementi di giudizio, essendo il principale tramite tra il carcerato e i dirigenti comunisti a Parigi. A questo proposito, mi sembra interessante il ruolo avuto da Togliatti nello scambio intellettuale tra Cambridge e Turi... In una lettera del 4 maggio 1932, Sraffa comunica a Togliatti d' aver trasmesso ad Antonio la nota su Farinata. In quel periodo Gramsci stava lavorando al Canto X dell' Inferno. Nel colloquio tra Sraffa, Gramsci e il vecchio professor Umberto Cosmo, s' inserisce a un certo punto anche Togliatti, il quale riferisce d' aver sentito parlare a suo tempo, tra gli amici torinesi, di quell' argomento, e ritrova poi un vecchio articolo di Gramsci del 1918. Il tutto, infine, rifluirà nel laboratorio dei Quaderni. Se ne ricaverebbe che Togliatti seguiva da vicino la preparazione dei Quaderni. Caro Palmiro, hai qualche idea per Nino?... Sicuramente i sentimenti di Togliatti per Gramsci erano molto più affettuosi e reverenziali rispetto agli umori nutriti dal prigioniero verso di lui.... Gramsci avrà avuto le sue ragioni.

- Ma che altro scriveva Sraffa a Togliatti?

- Lo sollecita a scegliere dei temi da suggerire poi a Gramsci. Appena avrà finito Croce gli scrive bisognerà fornirgli un altro argomento. Hai qualche idea? Cosa ne diresti dei libri di De Man? Il sistema pare funzioni e non bisogna lasciarlo cadere. A quale sistema si riferiva Sraffa? Per stimolare l' interesse di Gramsci, Sraffa aveva escogitato il sistema delle lettere-recensione: aveva cioè suggerito a Tania di chiedere a Gramsci il suo aiuto per scrivere delle schede critiche. Naturalmente era un modo per far scrivere a Gramsci stesso le recensioni. La prima di queste avrebbe dovuto essere incentrata sulla Storia d' Europa nel secolo XIX di Benedetto Croce (il libro appena uscito gli era stato spedito). Gramsci assecondò il progetto, sviluppando in diverse lettere il tema proposto. E in quelle lettere si ritrova il nucleo essenziale della sua critica a Croce, ripresa poi nei Quaderni. Gramsci, insomma, stava al gioco, avendone compreso l' ingranaggio.

- Capitò mai che tra i due ci fosse un' incomprensione, un accenno di litigio?

- Una volta Gramsci, sempre con il tramite di Tatiana, chiese a Sraffa un parere sul significato filosofico di David Ricardo in relazione alla storia del marxismo e alla vexata quaestio del rapporto Marx-Hegel. Ma questa volta l' amico non era in grado di aiutarlo. La questione posta da Gramsci ha senso sul piano della riflessione analogica (frequente nei Quaderni), ma non sul piano del pensiero analitico, dove avanza il lavoro di ricerca di Sraffa. Sraffa glielo disse? Sì, e con una certa franchezza. Ricardo gli scrisse era e restò sempre un agente di cambio di mediocre cultura. Gramsci ne apprezzò l' ironia? Sappiamo soltanto che la lettera su Ricardo fu l' ultima dell' intenso commercio intellettuale tra Cambridge e Turi. A prima vista, potremmo pensare che Gramsci fosse rimasto urtato dalle osservazioni spiritose di Sraffa. Ma è un' ipotesi improponibile: in realtà, il censore forse lo stesso direttore del carcere impensierito dalla vivacità dello scambio d' idee, decise di inasprire le restrizioni carcerarie. Da quel momento Gramsci sarà costretto a lasciar cadere ogni sollecitazione di Sraffa. Un galantuomo che non amava esibirsi Professore, s' è molto parlato in questi giorni dei silenzi di Sraffa. Anche il caso recente della lettera a Spriano ha riproposto l' immagine d' uno Sraffa reticente, lacerato, forse per spirito protettivo verso Gramsci, o per evitare strumentalizzazioni anti Pci... Bisogna tener conto anche della sua indole schiva, appartata, di rare parole. Era ritroso a un punto tale che, a Cambridge, si rifiutò di tenere lezioni in pubblico, costringendo Keynes a trovargli una diversa sistemazione. Era inoltre molto meticoloso. Scrisse una volta a Elsa Fubini: Il miglior consiglio che le posso dare è di non fidarsi dei ricordi che non siano confermati da documenti. E vuole che un galantuomo di questo rigore s' abbandonasse a confessioni torrentizie?.

- Da un po' di tempo s' avverte un interesse quasi nevrotico intorno alle carte d' interesse gramsciano. Che succede?

_ Le potrei rispondere con le parole usate dallo stesso Sraffa nella lettera a Spriano del 1969. La pubblicità costituisce una tentazione troppo forte per i giornalisti. E talvolta anche per gli storici.

di SIMONETTA FIORI
-

Lettera de Piero Sraffa a Paolo Spriano 18-12-69


ANATEMA! IL PCI CENSURA GRAMSCI

Neanche George Simenon sarebbe stato capace d' inventarsi l' intrigante mistery che abbiamo letto, la settimana scorsa, su alcuni quotidiani. Il giallo comincia venerdì 9 novembre sulle pagine del Manifesto. Luciano Canfora, un filologo classico particolarmente incline alla polemica, commenta il lavoro di Aldo Natoli sulle lettere a Gramsci della cognata Tatiana Schucht (Antigone e il prigioniero, Editori Riuniti). Titolo dell' articolo: Perché non pubblicare tutte le lettere?

Al furore filologico di Canfora non sfugge l' assenza in Appendice al volume di Natoli d' una lettera, pur annunciata, indirizzata nel 1969 da Piero Sraffa a Paolo Spriano. Strano destino d' una lettera lamenta Canfora che pure appare della massima importanza (a stare alle poche frasi finora conosciute): anch' io chiesi al cosiddetto Archivio del partito comunista di consultarla, ne fui dirottato verso Giorgio Napolitano, ma da lui non ebbi mai risposta. Conclusione: Si vede che per leggerla dobbiamo attendere che una nuova ondata, ancora più liberal dell' attuale, investa il partito comunista.

Il giorno successivo, il giallo continua sulle pagine della Stampa. Titolo dell' articolo, Gramsci e il Pci, scontro per una lettera. Intervengono sulla vicenda i tre personaggi coinvolti da Canfora: Giuseppe Vacca, direttore dell' Istituto Gramsci, Giorgio Napolitano e Aldo Natoli (che nel suo libro di quella lettera ha riportato i brani salienti). Tutti e tre si mostrano trasecolati per tanta severità. Soprattutto Napolitano, il quale da Madrid scrive al Manifesto per spiegare che non ha mai posseduto la lettera di Sraffa a Spriano.

Canfora insiste: gli hanno detto all' Istituto Gramsci che la lettera era nelle mani di Napolitano. I sospetti del caparbio filologo sembrano contagiosi. La dietrologia diventa un esercizio obbligato.

Mercurio, dopo qualche indagine, è in grado di sdrammatizzare l' ambiente. Canfora è stato precipitoso nel lanciare anatemi. Scorrendo la breve lettera che nel dicembre del 1969 Spriano ricevette da Sraffa e che qui pubblichiamo, il lettore appassionato della materia la troverà interessante ma non rivelatrice di novità sconvolgenti.

Per comprenderne il contenuto, non sarà inutile sapere che Sraffa, nel ' 37, aveva incontrato a Parigi Mario Montagnana a distanza di trentadue anni lo confonderà, sbagliando, con Grieco o Donini per riferirgli un colloquio con Gramsci piuttosto importante.

Gramsci, infatti, aveva esortato ancora una volta il partito comunista ad aderire all' Assemblea Costituente, l' alleanza di tutte le forze antifasciste: argomento spinoso sul quale Gramsci aveva già rotto, precedentemente, con i detenuti comunisti di Turi. Dopo aver ricordato l' incontro a Parigi con un alto dirigente del Pcd' I, proseguendo nell' informativa per Spriano Sraffa definisce disastri di prim' ordine due iniziative del vertice comunista. Su questi due disastri si possono fare le congetture più diverse, includendovi la famigerata lettera di Grieco a Gramsci del ' 28, lettera con la quale si sottolineava apertamente il ruolo di primo piano svolto nel Pcd' I dal destinatario, detenuto politico in attesa di processo. Sappiamo bene che quello strano messaggio fece inalberare Gramsci, persuaso che i compagni gliel' avessero tirata. Ma qualunque sia la congettura, nel testo che qui pubblichiamo Sraffa si premura di aggiungere che malafede non vi fu, confermando ciò che scrisse a Tatiana trentadue anni prima, il 18 settembre 1937: Per me che l' ho letta a mente fredda, è chiaro che s' è trattato d' una leggerezza dello scrivente, ma che non c' era sotto né cattiveria né tantomeno un piano diabolico. Ecco, qui di seguito, la lettera di Sraffa a Spriano. Valeva la pena ripetiamo di costruire su di essa un romanzetto storico-politico?

« Trinity College, Cambridge 18-12-69

Caro Spriano, ricevo la sua lettera, e a suo tempo ho avuto il suo secondo volume di cui le sono molto grato. Rispondo per quel che posso alle sue domande. Il P. dell' aprile 1937 sono certo io (qualche volta per Piero, qualche altra per professore) e mi ricordo con certezza che, una delle ultime volte che lo visitai alla Quisisana a Roma, Gramsci mi chiese di trasmettere la sua raccomandazione che si adottasse la parola d' ordine dell' Assemblea Costituente; e questo riferii a Parigi, non ricordo se a Grieco o a Donini più probabilmente al primo.

Del progetto di Berti di mandare a Gramsci un medico di fiducia da Parigi non ho mai sentito parlare. L' idea poteva solo esser basata su un' errata conoscenza delle circostanze: il medico di Gramsci (Puccinelli mi pare) era scelto da Tatiana e avrebbe potuto cambiarlo: senza chiederne il permesso, e lo stesso per un eventuale consulto (parlo del periodo alla Quisisana). Il cenno di Grieco a non smuovere le acque non dubito sia da interpretare come lei dice, di evitare campagne di stampa. Ma quello che riferisce dello stesso Grieco che si trattasse di evitare di irritare Gramsci o che fossero sue ubbie questo mi ha fatto andare su tutte le furie come a quei tempi! Il fatto è che ci sono stati due disastri di prim' ordine dovuti a pubblicità intempestiva dei dirigenti di Parigi. Non pensavo allora, come non penso adesso, che ci fosse malafede, ma solo la irresistibile tentazione che la pubblicità costituisce per giornalisti e agitatori (lo è anche per gli storici; ma la prego di considerare questo paragrafo della mia lettera come riservato).

Sarò a Roma al solito albergo per pochi giorni tra il 6 e 10 gennaio.

Cordialmente suo Piero Sraffa


http://ricerca.repubblica.it/repubblica/archivio/repubblica/1990/11/17/anatema-il-pci-censura-gramsci.html

dilluns, 6 de juny del 2011

Moshe Lewin y el siglo soviético


Alain Gresh[1]

El historiador Moshe Lewin murió en París el 14 de agosto de 2010. Nacido en 1921 en Vilnius, en la época bajo control polaco, ha creció en una familia judía y sufrió muy juvenilmente el ostracismo antisemita. Miembro de una organización de juventud sionista de extrema izquierda, evita la llegada de las tropas nazis en junio de 1941 y fue salvado por los soldados del ejército rojo que se replegaban ante el avance alemán. Sus sus padres serán masacrados, como millares de otros judíos, por las milicias de extrema derecha, antes de la llegada del Wehrmacht. Siempre estuvo unido a Vilnius a donde volvió durante la época a Gorbachov. (Leer " Une histoire oubliée”, Le Monde diplomatique, août de 1993).

Vivió en URSS durante toda la segunda guerra mundial, ocupando diferentes empleos obreros en las granjas agrícolas, antes de entrar en una escuela de suboficiales. Desfiló el 9 mayo de 1945 en Moscú en la fiesta de la victoria. Esta estancia en la URSS le dio no sólo un conocimiento íntimo de la lengua rusa que hablaba corrientemente, así como el yiddish, el polaco, el alemán, el hebreo, el inglés y el francés si no también de la sociedad y del pueblo llano para quien siempre ha guardado un profundo cariño.

Habiendo retomado su ciudadanía polaca, se estableció en París, desde donde organizó la emigración judía clandestina a Palestina. Es miembro de Hachomer Hatzaïr, un partido sionista marxista, que se convertirá en el Mapam en enero de 1948. Es en esta organización donde conoció a Moshe Sneh, que dirigía el departamento de la inmigración ilegal de la agencia judía. Trabajó con él en Israel para el periódico del Mapam Al-Hamishmar, antes de seguirlo, no sin reticencias, cuando decidió ingresar en el Partido Comunista, único partido israelí compuesto por judíos y árabes.

Lewin no escondía su desilusión respecto de su experiencia israelí, su reacción indignada cuando supo que, el 12 de octubre de 1953, un joven oficial todavía desconocido, Ariel Sharon, había conducido una razzia punitiva contra la aldea de Qibia, en Cisjoradania, matando a mujeres, viejos y niños. Veía en ello una traición a los ideales por los que se había batido. Fue alistado en la guerra de 1956 contra el Egipto de Nasser, campaña que desaprobaba, lo que le valió pasar por un consejo de guerra; sin embargo fue liberado gracias a sus camaradas soldados quienes aunque no compartían sus ideas pero le tenían en gran estima.

Estas decepciones le hicieron cambiar de vía y empezar los estudios en la universidad de Tel-Aviv . Su profesor, impresionado por su memoria consagrada a Rabelais, le consiguió una beca francesa. Moshe llegó a París y presentó en la Sorbona una tesis sobre el campesinado soviético, sostenida en 1964: fue publicada con el título La Paysannerie et le pouvoir soviétique : 1928-1930 (Mouton, Paris- La Haya, 1966). Tras haber sido director de estudios asociado en la École pratique des hautes études, consigue un puesto de docente en la universidad de Birmingham (1968-1978), luego una cátedra de historia a la universidad de Pensilvania, una de más prestigiosas de los Estados Unidos. Se jubiló en 1995 y se instaló finalmente en Francia, país del que tenía la nacionalidad y al cual estaba ligado profundamente.

Su obra estuvo dedicada esencialmente a la Unión Soviética, aunque en los últimos años de su vida quiso profundizar sobre su estudio de las raíces rusas de la historia soviética: realizó estudios sobre la burocracia desde el siglo XVII. Se interesaba también en la historia comparativa. Opuesto a la tesis de un solo totalitarismo, estimaba sin embargo fructuosa el estudio paralelo de Rusia y de Alemania, así como la del estalinismo y del nazismo. Organizó varios coloquios con el historiador británico Ian Kershaw, de los que resultó Stalinism and Nazism: Dictatorships in Comparison, Cambridge University Press, 1997.

El primer libro que lo dio a conocer en Francia, Le Dernier combat de Lénine[2] (Minuit, 1967), hace un repaso sobre los últimos meses de actividades del fundador del estado soviético, sobre su crítica a las derivas del sistema, sobre la necesidad de tratar prudentemente al campesinado y de conciliarse con las minorías nacionales y, en fin, sobre su enfrentamiento con Stalin. Aún explicando por qué era imposible construir el socialismo sobre las ruinas de la Rusia zarista, Lewin mostraba que las vías que se ofrecían a los bolcheviques eran diversas y que la victoria de Stalin en las luchas internas del partido no tenía nada de ineluctable.

Peleando contra las verdades establecidas

No es posible resumir la obra de Moshe Lewin en unas pocas líneas. Lewin desarrolló un análisis original de la revolución de octubre (1917) y de la toma del poder por los bolcheviques que eran, a la época, según él, el única fuerza capaz de evitar la desintegración del país y de empezar la modernización de Rusia, ( leer Octobre 1917 à l’épreuve de l’ histoire , Le Monde diplomatique, noviembre de 2007 : http://www.monde-diplomatique.fr/2007/11/LEWIN/15298 )

Insistió sobre todo en la importancia del estudio del sistema social soviético y siempre se ha negado a practicar la " kremlinología" que reducía la historia del país a algunos dirigentes. Iluminó las transformaciones profundas de la URSS durante este " siglo soviético", especialmente la transición de una sociedad campesina a una sociedad urbana, refutando la tesis de un " inmovilismo totalitario ". (La Formation du système soviétique. Essais sur l’histoire sociale de la Russie dans l’entre-deux guerres, Gallimard, 1987[3]).

En la segunda mitad de los años 1980, dedicó una parte de su trabajo, a descifrar el "fenómeno Gorbachov" mostrando justamente, que no debía nada al azar, sino que reflejaba las mutaciones de la sociedad. Se burlaba de buena gana de aquellos que, cegados por sus orejeras ideológicas solo veían en la URRS un sistema congelado, el modelo de un totalitarismo indestructible.

Historiador, hombre de izquierdas, humanista, internacionalista, investigador apasionado, Moshe no dudaba en ir contra corriente, y en batirse contra las verdades establecidas, en deconstruir los mitos propagados por los autores del Libre negro del comunismo ( Pourquoi l’Union soviétique a fasciné le monde , Le Monde diplomatique, noviembre de 1997). Se interesaba en aquellos que le rodeaban, y en primer lugar por sus estudiantes, a quienes había formado y marcado profundamente, y con quienes mantuvo cálidas relaciones hasta el final. Seguía la política internacional y se apasionaba por los Estados Unidos donde había vivido veinte años. No dudó en comparar el país de Reagan y Bush con la URSS del período del “estancamiento” brezneviano, deseaba cambios y se alegró de la victoria de Barak Obama en las elecciones presidenciales

Moshe colaboraba desde hacía veinte años en Le Monde diplomatique : su primer artículo en nuestro mensual, " Avec o sin M. Gorbatchev ", fecha de junio de 1990. Había discutido, en diversas ocasiones con el conjunto de la redacción en relación con la URSS, y con la historia, del mundo. Le Monde diplomatique publicó también su última obra, Le siècle sovietique[4], en una traducción de Denis Libertino y Florencia Prudhomme, incluso antes de su aparición en los Estados Unidos, ( Editorial Fayard, 2003).


[1] http://www.monde-diplomatique.fr/carnet/2010-08-16-Moshe-Lewin. Traducción de Joan Tafalla. Con casi un año de retraso, y ante la falta de tiempo para hacer una biografía de Moshe Lewin y una recensión de « El Siglo Soviético », pago mi deuda intelectual, cultural y política con Moshe Lewin con esta traducción de la necrológica publicada por Alain Gresh en Le Monde Diplomatique.

[2] LEWIN, Moshe, El último combate de Lenin, Barcelona, Editorial Lumen, 1970. Descatalogado, se puede encontrar en: http://www.elsarbresdefahrenheit.net/ca/index.php?view_doc=1496 . De próxima publicación en Ed. Capitan Swing (http://www.capitanswinglibros.com ) la versión española de La storia falsa de Luciano Canfora, Milano, Rizzoli, 2008, donde se dan importantes novedades respecto del libro de Lewin.

[3] Nota del traductor: esta obra aún no ha encontrado editor en español y tal como va la cosa…

[4] LEWIN, Moshe, El siglo soviético, Barcelona, Editorial Crítica, 2006).