Frente al nacionalismo rampante y a las guerras imperialistas actuales.
Joan Tafalla
Casa Golferichs, 3 de diciembre 2015
“O Behtmann-Hollweg o Liebknecht
O imperialismo o socialismo.”
Rosa Luxemburgo, mayo de 1915.
Cuando estábamos organizando esta jornada conmemorativa del centenario de la Conferencia de Zimmerwald, queríamos ir más allá de la conmemoración ritual de una pequeña conferencia de una ínfima minoría de socialistas coherentes con la idea que la Gran Guerra había sido provocada por un choque entre imperialismos y de que los obreros debían mantenerse fieles al internacionalismo proletario y oponerse por todos sus medios a la carnicería entre hermanos de clase.
Convocábamos esta jornada conscientes de la actualidad del mensaje lanzado al mundo por unos pocos socialistas internacionalistas en la conferencia de Zimmerwald. Una pequeña semilla que dio, al cabo de un tiempo, grandes frutos. El primero de ellos, declarar que la guerra no era entre los pueblos si no entre los imperios. El segundo fruto fue levantar la bandera del internacionalismo proletario lanzada al barro del social-chovinismo por parte de la mayoría de las direcciones y de las bases de la socialdemocracia. El tercer fruto, dos años más tarde, fue la revolución de Octubre. Claro que la revolución no fue obra de la zimmerwaldianos pero la bandera que levantaron fue decisiva. Y casi cuatro años más tarde, Zimmerwald dio otro fruto: la creación de la Internacional Comunista.
Semilla, trabajo, tiempo, frutos.
Hoy, esta pequeña semilla sembrada en una aldea suiza ha cobrado una palpitante actualidad debido a la permanencia desde 1991 de la agresión imperialista USA, de Francia y Reino Unido contra los pueblos de Irak, de Siria, de Libia, de Afganistán, de Palestina o del Yemen y tantos otros países. La actual guerra imperialista permanente esta destrucción permanente de pueblos, lleva 27 años produciendo una catástrofe humanitaria tras otra destruyendo estados y sociedades y sumergiendo a los pueblos en el caos y en la barbarie.[1]
También cobra una actualidad palpitante si tenemos en cuenta el auge de los nacionalismos. Nacionalismos ya sea de gran nación-estado, ya sean los de pequeñas naciones o pueblos sin estado. El internacionalismo tiene mucho que decir y que hacer en este contexto. El ejemplo de Zimmerwald podría o debería servir en este centenario para propiciar el relanzamiento de un movimiento por la paz potente, y generar expresiones masivas de rechazo a la guerra, y a los nacionalismos rampantes.
De entrada mi autocrítica: mi exposición pertenece más al género panfletario que a la historiografía.
Proemio: la polisemia de la Marsellesa.
“La verdadera Coblenza está en Francia”
Robespierre, 2 de enero de 1792.[2]
Lo que no imaginábamos cuando preparábamos esta jornada era que los atentados del pasado 13 de noviembre de 2015 en Paris iban a producir un estado de guerra. Tampoco que los aviones Rafaledespegarían del portaviones Charles de Gaullenavegando en aguas del Mediterráneo para bombardear objetivos “enemigos” en Siria e Irak[3]como supuesta forma de respuesta a los atentados cometidos por ciudadanos franceses. Tampoco imaginábamos que la ceremonia celebrada en Paris hace sólo cuatro días (el pasado 29 de noviembre de 2015), transformaría a las 130 víctimas de los atentados terroristas en víctimas de guerra que justificaran esas acciones de agresión imperialista. Es para analizar esos hechos imprevistos, aunque previsibles, que he añadido este proemio a mi intervención.
Intentaré hacer aquí un brevísimo análisis de las noticias publicadas sobre las ceremonias que transformaron a estas víctimas del terrorismo en víctimas de guerra. Las opciones simbólicas y los rituales adoptados por el poder no suelen ser casuales. En primer lugar, celebrar la ceremonia de despedida en Les Invalides resignificaba sus muertes como víctimas de guerra. Contraponer las ganas de vivir de Quand on n’a que l’amoury de otras canciones francesas del siglo XX a la imagen de barbarie del ISIS, pretendía transmitir una versión republicana de la proclamada guerra de civilizaciones. De Jacques Brel, sin embargo, podrían haber elegido otra canción: Ils on tué Jaurès. No lo hicieron. También podrían haber incluido en el repertorio musical escogido, alguna expresión de la música francesa actual de las banlieues, por ejemplo un rap cantado con acento beur. No se ha hecho.
Todo el ritual, los discursos, las músicas de estos días han servido para afirmar una opción que estaba lejos de ser consensual: la declaración de guerra de Hollande. Supuestamente, contra Estado Islámico. En realidad, buscando un lugar al sol entre las potencias imperialistas que intervienen en Siria. Francia aspira a recuperar su rol de potencia colonial del Levante ( Líbano y Siria) que fueron protectorados/colonias franceses en virtud del reparto colonial con Gran Bretaña en el tratado Sykes-Picot de 1916. Francia busca un espacio para redorar su viejo blasón imperialista. En lugar de mirar a su interior para encontrar algunas de las claves del peligro terrorista que la amenaza ha decidido declarar la guerra a Siria y a los habitantes de sus banlieuesde las grandes ciudades de Francia. [4]
En el conjunto de los actos y rituales cumplidos estos días pasados, la Marsellaisseha jugado un rol central. Al inicio de la ceremonia de Les Invalides fue interpretada por la banda militar, sin cantantes, para acompañar la caminata solemne del presidente hasta el centro del patio de Les Invalides, donde pronunció su discurso de guerra. Al final del acto, cuando la emociones habían subido hasta el clímax, fue cantada de viva voz, casi a gritos por los presentes, como himno de venganza, como marcha militar, en ese caso no democrática ni revolucionaria, sino bonapartista, imperialista. Recordemos la letra: Marchons, marchons ! qu’un sang impur abreuve nos sillons. Fuera de contexto, en la actualidad, este llamamiento suena a retórica del estado islámico. Hay que esforzase un poco para situarla en su contexto, a finales del siglo XVIII y conseguir que la retórica guerrera y sangrienta nos choque menos.
Estos días de los atentados de Paris hemos comprendido más que nunca el carácter polisémico de la Marsellaisse. Nació como himno democrático de los federados de Marsella que marchaban hacia Paris a luchar contra el rey y a favor de la nación. El 10 de agosto de 1792 esos federados marselleses, en amalgama con los guardias nacionales de las secciones de Paris acabaron con la tiranía borbónica. Si leemos su quinta estrofa observaremos que se corresponde con la idea democrática de la guerra a los castillos, paz a la cabañasque conducía los pasos de los soldados del año II que defendían a la nación francesa de la agresión de los reyes absolutistas europeos:
Français, en guerriers magnanimes,
Portez ou retenez vos coups!
Épargnez ces tristes victimes,
A regret s'armant contre nous.
Mais le despote sanguinaire,
Mais les complices de Bouillé
Tous ces tigres qui, sans pitié,
Déchirent le sein de leur mère …!
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Franceses, como guerreros magnánimos,
Propinad o retened vuestros golpes!
Sed moderados con estas tristes victimas,
Que se arman contra nosotros sin quererlo
Pero al déspota sanguinario
Pero los cómplices de Bouillé
Todos estos tigres que, sin piedad,
Desgarran el seno de su madre...!
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Los ecos de la Marsellesa[5]han acompañado al pueblo de Paris en las barricadas de 1848, en las de 1871, o, más adelante en la manifestación del 14 de julio de 1936, en los días de la liberación de 1944-45. Fue y sigue siendo el canto que nos emociona en las escenas de la película homónima de Jean Renoir o en Casablanca. Fue el canto con que las obreras y obreros del barrio de Vyborg atravesaron andando sobre el río Neva helado un 8 de marzo de 1917, para llegar a la avenida Nevski en Petrogrado. También fue el himno con el pueblo español recibió la segunda república en Madrid o Barcelona.
Pero la Marsellesa que ha resonado entre los muros de los Invalides hace cuatro días es otra. Tiene otro significado. Esa es la Marsellesa de la Tercera República bajo cuyos sones desfilaban los campesinos franceses en uniforme hacia las carnicerías humanas del Somme o de Verdun en la guerra de 194-1918. Es el himno que los llevaba a derramar la sangre ¿por qué impura? de sus hermanos de clase alemanes por mor del pacto de Unión Sagrada. Era también el himno con el que desfilaban las tropas francesas que imponían su derecho y deber de civilizara las razas inferiores[6], en Argelia, en Senegal, en todo el arco sub-sahariano de la llamada francofonía, o durante la masacre de 100.000 personas en Madagascar de 1948, o en la guerra del Vietnam. Era también el himno a cuyos sones desfilaban las tropas francesas que ocuparon el Líbano y Siria entre 1920 y 1943 como producto del tratado Sykes-Picot.
Y ese otro significado de la Marsellesa, a su vez resignifica a las víctimas de los atentados del 13 de noviembre de 2015, con el fin de justificar la intervención de Francia en la guerra imperial de nuevo reparto de Siria.
Recordemos brevemente ahora, con el fin de descubrir posibles continuidades, de que modo actuó esa resignificación de la Marsellesa en 1914.[7]Como este himno querido sirvió para transformar el patriotismo republicano de Jaurès y el republicanismo de las izquierdas en chovinismo belicista. Cómo la derecha en el gobierno contó para ello con la colaboración de los socialistas Léon Jouhaux, de Jules Guesde o de Albert Thomas. Como es sabido, el día 3 de agosto de 1914 Jaurès, el único líder socialista que, a pesar de sus dudas de último momento, podía haber impedido la Unión Sagrada, fue asesinado. Jaurès conoció el ultimátum de Austria a Serbia y la alianza entre Francia y Rusia firmada por Poincaré, el día 25 de julio. Ese mismo día pronunció un discurso en Vaise, cerca de Lyon. Un discurso trágico, pesimista, cargado de terribles presagios:
“Pase lo que pase, ciudadanos, y digo estas cosas con una suerte de desespero, en este momento en que estamos amenazados por el asesinato y por el salvajismo, el mantenimiento de la paz y la salvación de la civilización sólo tienen una oportunidad, y ésta es que el proletariado reúna todas sus fuerzas que cuentan un gran número de hermanos, Franceses, Ingleses, Alemanes, Italianos, Rusos y que nosotros pidamos a estos miles de hombres que se unan para que el latido unánime de sus corazones, descarte esta horrible pesadilla”.[8]
Al día siguiente de su asesinato, en la mañana del 4 de agosto de 1914, pocas horas antes de que los diputados socialistas injuriasen su memoria votando los créditos de guerra en la Asamblea nacional, Léon Jouhaux pronunciaba su discurso fúnebre en el sepelio de Jean Jaurès. En este mismo discurso ya resignificaba la figura del tribuno asesinado, y la usaba para justificar el voto de la tarde:
“La clase obrera, con el corazón dolorido, se levanta horrorizada ante el cobarde atentado que trastorna el país. Esta clase obrera, que siempre se ha nutrido de las tradiciones revolucionarias, recuerda a los soldados del año II cuando iban a llevar la libertad al mundo, que no es el odio contra un pueblo si no contra el que ha armado su brazo, que no debe dirigir su ira contra la nación víctima de sus déspotas y de sus malos pastores.
No, camaradas, nuestro ideal de reconciliación humana i búsqueda de la felicidad social no ha naufragado. Detenido un momento en su marcha, prepara, a pesar de todo, unas mejores condiciones para su despliegue futuro por el mundo. La sombra de Jaurès es testimonio de ello”.[9]
Con estas palabras Jouhaux justificaba el crimen y la traición a la obra de Jaurès y a los acuerdos de los congresos internacionales socialistas que sus camaradas parlamentarios iban a cometer por la tarde.
Quizás esté llevando la analogía entre ambas situaciones demasiado lejos. Pero la unanimidad de la Asamblea Nacional en diciembre de 2015, votando las ciegas frappes sobre Siria y la prolongación del estado de urgencia se parece demasiado a la unanimidad de la misma Asamblea Nacional votando los créditos de guerra el 4 de agosto de 1914.
¿Existe una continuidad entre ambas situaciones?¿Actúa la longue durée? Es todo un debate que yo, por supuesto, no me atrevo a resolver aquí. Sin embargo debemos admitir que Hollande, a pesar de presidir un partido que se autodenomina socialista, no es, precisamente el Jaurès de este momento. Ni tan sólo podemos compararlo con el manipulador Leon Jouhaux o con el inconsecuente Jules Guesde.[10]Ellos sólo perpetraron la traición a los ideales y colocaron al socialismo francés en posición subordinada o cómplice de su imperialismo. No, Hollande no es Jouhaux o Guesde. Hollande, Valls, Macron aspiran a ser el Viviani del momento y a presidir el gobierno de la actual Union Sacrée[11].
El triunfo de la marea nacionalista sobre el internacionalismo en 1914.
“En la hora decisiva, todos los socialistas consideraron que su patria
era atacada y votaron los créditos de guerra para la defensa del país”
Jules Humbert-Droz.[12]
Los partidos socialistas temieron el estallido de una guerra inter- imperialista por lo menos desde diez años antes. Los diversos congresos de la Internacional Socialista (a partir de aquí, IS) celebrados entre 1904 y 1912 abordaron la cuestión y debatieron sobre la estrategia a adoptar para evitar la guerra. En estos debates la poderosa socialdemocracia alemana mostró de nuevo su inveterada costumbre de nadar y guardar la ropa. Las diferencias entre las posiciones de Jaurès y de Kautsky se hicieron notar durante todos estos años en los debates sobre la guerra.[13]
En el congreso de la IS de Ámsterdam de 1904 Jaurès defendió la táctica de la huelga general para oponerse a la guerra, mientras los alemanes consideraban que la huelga general podía aniquilar el trabajo político y organizativo de tantos años. Para los alemanes, la organización se había transformado en un fin y no en un instrumento. El congreso aprobó una moción de consenso de la holandesa H Roland-Holst que aun repudiando la huelga general, aceptaba que, en determinadas circunstancias excepcionales se pudiese recurrir a la huelga de masas. O sea: casi nada. En 1907 se celebró un nuevo congreso de la IS en Stuttgart. Se presentaron tres mociones: la de Hervé radicalmente antimilitarista; la de Vaillant y Jaurès que preconizaba la huelga y la insurrección armada en caso de guerra y una tercera, presentada por los alemanes que aún oponiéndose al militarismo, no concretaba los medios para luchar contra la guerra. Bebel por ejemplo, se opuso a los llamamientos a la deserción diciendo que, de producirse, hubieran acabado en la ilegalización del partido. El texto aprobado redactado por Bebel y presentado por Vandervelde, llamaba a los socialistas a que, en caso de guerra intervinieran políticamente para hacerla cesar pero rechazaba la huelga general y la deserción como métodos de lucha. Lenin, Martov y Rosa Luxembourg presentaron una enmienda en la que planteaban “la obligación de precipitar la caída del régimen capitalista”. Esta frase fue añadida en el último parágrafo de la resolución que quedó del siguiente tenor: “ Si una guerra amenaza con estallar, es un deber de la clase obrera, en los países concernidos, es un deber para sus representantes en los parlamentos, con la ayuda del Bureau internacional del trabajo, fuerza de acción y coordinación, de hacer todos los esfuerzos para impedir la guerra por todos los medios apropiados y que varían naturalmente según la acuidad de la lucha de clases y de la situación política general. Sin embargo, en el caso de que la guerra estallase, ellos tienen el deber de hacerla cesar prontamente y de utilizar con todas las fuerzas la crisis económica y política creada por la guerra para agitar y levantar a las capas populares más profundas y precipitar la caída de la dominación capitalista”.[14]Quien ha participado en congresos de partidos o sindicatos sabe bien que este añadido no tenía otro objetivo que lograr un consenso, artificial, con la muy minoritaria ala izquierda. Lo esencial era el cuerpo de la resolución y la voluntad mostrada por el SPD. Es decir, la resolución era nada, humo.
En 1910 en el congreso de Copenhaguen, la propuesta de Keir Hardie y de Vaillant de la huelga en el sector del armamento, de las minas y del transporte, volvió a contar con la oposición de los alemanes. Mientras los franceses abogaban por la celebración inmediata un nuevo congreso, los alemanes se opusieron. Ante la falta de acuerdo, el congreso propuso que el Bureau Socialista Internacional (a partir de aquí, BSI) examinase el problema y propusiera alguna solución al próximo congreso que hubiera debido celebrarse en Viena en 1914.[15]Pero el congreso de Viena no se celebró.[16]
La crisis provocada por la guerra turco-italiana y por las guerras balcánicas llevó en noviembre de 1912 al BSI a convocar urgentemente un congreso extraordinario de la IS a celebrar en Basilea, que se celebró al mes siguiente. Una gran manifestación atravesó la ciudad. Del gran discurso pronunciado por Jaurès impresionan estas palabras: “Apelo a los vivientes para que se defiendan contra el monstruo que aparece en el horizonte; lloro los muertos incontables caídos lejos de aquí, en Oriente, el hedor de los cuales nos llega como un remordimiento; romperé los rayos de la guerra que amenazan en las nubes. Si, he sentido, estas palabras de esperanza. Pero esto no basta para impedir la guerra. Necesitaremos tota la acción del proletariado”.[17]Los socialistas salieron del congreso y de la crisis de 1912 con la idea, quizás un poco infatuada, de que habían logrado parar la guerra. Esta confianza exagerada en sus propias fuerzas quizás sea una (entre muchas) de las razones de su falta de previsión durante la crisis de julio-agosto de 1914. El congreso de Basilea tampoco tomó ninguna resolución sobre la táctica a seguir en caso de que estallase la guerra. Sin embargo los principios proclamados eran claros y los zimmerwaldianos de izquierda los hicieron suyos, sobre todo para denunciar su incumplimiento.[18]Por su parte, Humbert-Droz valoraba este congreso de una manera bien diferente: “ No obstante en los pasillos, se manifestaron las mismas incertitudes que en Stuttgart, los socialdemócratas alemanes seguían rechazando precisar la acción común que pudiera ser adoptada. Esta incertitud duró hasta la víspera de las declaraciones de guerra de julio y agosto de 1914”.[19]
La crisis del internacionalismo en la coyuntura de julio y agosto de 1914
“Tanto más el gobierno y la burguesía de todos los países se esfuerzan por destruir la unidad
de los obreros y por excitar los unos contra los otros, tanto más urgente es el deber del proletariado
consciente de defender su unidad de clase, su internacionalismo y sus convicciones socialistas
contra el chovinismo desencadenado por la camarilla burguesa “patriótica” en todos los países”
Comité Central del POSDR, septiembre de 1914.
Esta incapacidad para concretar una respuesta coordinada, internacionalista frente a la guerra que se venía gestando en el crisol de la competencia inter-imperialista, tuvo sus amargos frutos en los días de julio y agosto de 1914. Como se sabe, la chispa que prendió el polvorín fue el atentado de Sarajevo de 28 junio. En la socialdemocracia se percibió este atentado como una nueva grave crisis pero no se entendió la gravedad del asunto. Entre el 28 de junio y el 4 de agosto las insuficiencias y contradicciones de la IS emergieron a la superficie.
Entre los días 14 y 16 de julio de 1914, se celebra el congreso de la SFIO. En él se discutió la propuesta Jaurès-Hardie-Adler. Los guesdistas siguiendo a sus hermanos mayores alemanes seguían negándose a aceptar la huelga general como instrumento de lucha contra la guerra. Sin embargo, el congreso aprobó por 1690 contra 1174 votos una resolución que dice: “ De entre todos los medios empleados para prevenir e impedir la guerra y para imponer a los gobiernos el recurso al arbitraje, el congreso considera particularmente eficaz la huelga general obrera, simultáneamente e internacionalmente organizada, en los países interesados, así como la agitación y acción popular en sus formas más diversas”.[20]Con esta resolución, la SFIO se añadía a la CGT que había adoptado acuerdos similares en sus congresos de Marsella (1908) y de Paris (1912) y que desarrollaba una gran campaña contra la guerra. Por su parte, la prensa de derecha extrema y la de extrema derecha denunciaba que Jaurès se había pasado a la extrema izquierda del partido.
El 23 de julio Austria lanzó su ultimátum a Serbia. Como respuesta al ultimátum, la CGT convocó grandes manifestaciones en Paris y en muchas ciudades de Francia el día 27 de julio. También en Alemania se desarrollaron grandes manifestaciones en diversas ciudades entre los días 25 y 28. El diario de la socialdemocracia alemana Vorwärtsdenunció la provocación del gobierno de Viena y señaló que: “… a este deseo de poder de los dirigentes austríacos y a los intereses imperialistas del beneficio no se debe sacrificar ni una gota de sangre de ningún soldado alemán”.[21]Pero estas manifestaciones en Francia y en Alemania tenían un déficit común: en esos momentos, ni los socialistas alemanes ni los franceses ponían en duda la voluntad de paz de sus gobiernos. En ninguna parte se preparaba seriamente la respuesta. Es licito preguntarse qué estaba pasando.
Hay algunas explicaciones. Según Jacques-Droz, el 26 de julio Jaurès modificó su posición. A partir de ese día los artículos sobre la inminente guerra publicados en l’Humanitéya no mencionaban la huelga insurreccional como instrumento para parar la guerra. Jaurès parecía admitir que el gobierno francés quería sinceramente la paz y logró que la CGT se uniera a esta postura prudente.[22]
Por su parte, Vorwärtsdifundía el miedo a Rusia y al paneslavismo así como la superioridad de la cultura alemana respecto de la barbarie rusa y, en general, de los eslavos. Rosa Luxemburg en su “folleto de Junius”, escrito en la cárcel en abril de 1915 hace un repaso de la evolución de la prensa socialdemócrata alemana en 1914 desde el internacionalismo al chovinismo y a la justificación de la guerra, supuestamente “defensiva”. Textos como los siguientes : “La socialdemocracia alemana ha acusado al zarismo desde hace mucho tiempo de ser la vanguardia sangrienta de la reacción… se presenta ahora la ocasión de acabar con esta sociedad espantosa bajo la bandera de guerra alemana” ( Frankfurter Volksstimme, 31 de Julio); o: “Es un principio que forjó nuestro inolvidable August Bebel: se trata del combate entre la civilización contra la barbarie, en el que también participa el proletariado” (Pfälzische Post, 31 de julio); o: “La derrota de Rusia será al mismo tiempo la victoria de la libertad en Europa” ( Volksblattde Halle, 5 de agosto); o: “La consigna es en todas partes la misma: ¿Contra el despotismo ruso y su perfidia!” ( Volkswachtde Beilefeld, 5 de agosto). Son unos ejemplos entre otros muchos de los que pone Rosa en este memorable texto.[23]
El 28 de julio Austria atacó a Serbia. En los días siguientes, el gobierno alemán maniobró hábilmente para demostrar su voluntad de paz ante la opinión pública y para neutralizar una posible reacción del movimiento obrero. En este contexto, el día 29 el dirigente socialista Südekun se reunió con el canciller Bethmann-Hollweg y le aseguró que no habría huelga general aun en caso de que estallase la huelga. El gobierno trabajaba con información privilegiada. Sabia bien cual sería la actitud de la socialdemocracia durante los días que faltaban hasta que la guerra fuera un hecho consumado. En Francia, los llamamientos de la CGT para las grandes manifestaciones celebradas entre el 30 de julio y el 2 de agosto insistían en confiar en la actitud pacifista del gobierno. A ambos lados del Rin se sembraban las bases del viraje brusco del 4 de agosto.
El BSI se reunió en Bruselas los días 29 y 30 de julio a iniciativa de Huysmans, su presidente. Asistieron: Jaurès, Guesde, Kautsky, Haase, R. Luxembourg, Adler, Keir Hardie, Vandervelde, el menchevique Axelrod y el socialista revolucionario Rubinovich. No asistieron ni los bolcheviques, ni los rumanos, ni los búlgaros, ni los serbios. Se adoptó la decisión de celebrar un congreso extraordinario de la IS en Paris el 9 de agosto. Pero no adoptaron ninguna medida concreta contra el desencadenamiento de la guerra per que no creían que fuera a estallar. Únicamente el austríaco Adler parecía tener clara la gravedad de la situación. Jaurès dirá: “Atila titubea”. Según Reberioux: “En este verano de 1914 todos piensan, por múltiples y varias razones, que sus gobiernos respectivos no quieren la guerra: se trata de una convicción profunda, instintiva … más que razonada. Algunos, sin embargo aventuran un argumento: los gobiernos temen la revolución en caso de guerra… Con ello queda en suspenso el proceso de canalización de la cólera obrera…el fracaso de la Internacional como marco de regulación, incluso de impulso de la acción socialista puede situarse cronológicamente el 30 de julio”.[24]Por la tarde se produjo la gran manifestación obrera en Bruselas.
El 30 de julio se produjo el pacto secreto entre Jaurès y Jouhaux para la unidad de acción obrera, que el comité confederal de la CGT aprobó al día siguiente. Al día siguiente, la mayoría del grupo parlamentario de la SFIO se mostró favorable a votar los créditos de guerra. El 1 de agosto H. Müller dirigente socialista alemán viaja a Paris para concertar la acción, pero vuelve con las manos vacías mientras que los diputados alemanes ya habían decidido votar los créditos de guerra.
Según Droz el asesinato de Jaurès en el café del Croissant por parte de Raoul Villain, un lobo solitario simpatizante de la extrema derecha, sirvió para sellar la Unión Sagrada. Malvy el ministro del Interior francés envió un telegrama a los prefectos para que no detuvieran a los miembros de la lista del carnet B.[25]Réberioux consideraba que o bien estaba bien informado de los acuerdos del comité confederal de la CGT, o bien existían acuerdos con los dirigentes. Mano dura y tolerancia bien administradas: cierre de periódicos anarquistas y detenciones en el Norte, siempre rojo. Réberioux: "vacilando entre el miedo y el alivio, numerosos militantes aceptaron la alianza con relativa facilidad".[26]Paralelamente el día 2 de agosto la dirección de los sindicatos alemanes desconvocó las huelgas en curso. El mismo día se reunió la dirección del SPD David y Scheidemann preconizaban la Burgfrieden, por su parte, Haase (presidente del grupo parlamentario) y Lebedour estaban en contra de la misma. El 3 de agosto Rusia declaró la guerra a Alemania. Müller informó a la dirección del SPD que los socialistas franceses no pondrían ningún obstáculo a las intenciones del gobierno de Viviani. El grupo parlamentario del SPD adoptó el acuerdo de votar a favor de los créditos de guerra (78 a favor, 14 en contra entre los cuales, Haase, Ledebour y Liebknecht). Haase, uno de los oponentes, será el encargado del discurso del día siguiente al Reichtag, defendiendo el acuerdo. La disciplina de partido al servicio de los peores pactos, el partido de instrumento pasa a ser el fin, preservar el partido y el sindicato a costa de los intereses de la clase que decían representar. Una cultura política que goza de buena salud desde hace cien años.
Las condiciones estaban creadas del todo. El 4 de agosto, Alemania declaró la guerra a Francia. Socialistas alemanes y franceses votaron los créditos de guerra en sus respectivos parlamentos. El partido obrero belga autorizó a Vandervelde a entrar en el gobierno de guerra aunque no obtendrá la cartera hasta enero de 1916. El 8 de agosto la mayoría del grupo parlamentario laborista decidió también votar los créditos de guerra. Dimitieron Ramsay Macdonald y cuatro diputados del partido laborista independiente (entre ellos Keir Hardie). En cambio, la situación en Rusia es totalmente diferente, el 9 de agosto los grupos parlamentarios bolchevique y menchevique votaron contra los créditos de guerra. El día 9 de agosto debería haberse celebrado el congreso de la IS, pero la internacional ya estaba rota y la guerra era un hecho consumado.
El siguiente paso en Francia era entrar el gobierno, así que el 28 de agosto l’Humanité publicó el manifiesto de la SFIO que legitimaba la entrada de Guesde y Sembat en el gobierno Viviani que se produciría dos días después. Guesde había sido el opositor tradicional a la entrada en gobiernos de la burguesía. Los Estatutos de la SFIO también lo prohibían tras el congreso de unificación de 1905.[27]Días después, Albert Thomas entró en el gobierno. Durante toda la guerra los ministros socialistas no influyeron en ninguna decisión importante de la guerra. Su función en el gobierno era, simplemente dar una coartada al chovinismo rampante, al militarismo y a la matanza recíproca entre hermanos de clase.
¿Por qué?
“La consigna alemana: “Contra el zarismo”, así como la consigna inglesa
y francesa: “Contra el militarismo”, han servido para poner en movimiento
los instintos más nobles, las tradiciones y las esperanzas revolucionarias
del pueblo en provecho del odio entre los pueblos”
Karl Liebknecht, 2 de diciembre de 1914.[28]
La pregunta que se impone es: ¿por qué falló todo? ¿Cómo fue posible este volte facede la socialdemocracia? ¿Fue imprevisión, fue incoherencia o simplemente traición? La izquierda revolucionaria coetánea lo tuvo bien claro. Clara Zetkin en su prólogo de 1919 al “folleto de Junius” de Rosa Luxemburg[29]mostró que el mal venía de lejos. Rosa Luxemburg había sido condenada a un año de cárcel en febrero de 1914 por un tribunal de Frankfurt por su vigorosa campaña anti-militarista. La defensa de Rosa ante el tribunal no pretendió una defensa personal para salvarse de la cárcel, si no una acusación sin concesiones al imperialismo alemán y al nacionalismo rampante.
Según Zetkin la dirección de la socialdemocracia desaprovechó totalmente la campaña de manifestaciones obreras contra la condena de Rosa. Por el contrario: “La dirección del partido llegaba todavía más lejos en su retroceso respecto al glorioso juramento de la socialdemocracia. Intentaba reprimir un movimiento que se había ampliado al margen de su presencia… Pero en aquel momento los rápidos progresos de la cretinización y del aburguesamiento parlamentarios de la socialdemocracia, así como su temor inquebrantable hacia las acciones de masa, ya le habían llevado a un comienzo de capitulación ante militarismo y el imperialismo”. Esta actitud de mirar hacia otro lado mientras se reprimía a Rosa y a miles de refractarios contra el imperialismo y el nacionalismo, ubica los prolegómenos del viraje de la dirección socialdemócrata en la primavera de 1914 y no en los últimos días de julio.[30]
Hemos visto con anterioridad que la SPD siempre rechazó en los congresos internacionales el recurso a la huelga general y a la insurrección. Según la visión de Zetkin en 1919, la traición hundía sus raíces en una política desarrollada durante décadas. La propia Rosa afirmaba en la tesis tercera con que concluía su “folleto de Junius” ( escrito en la cárcel en abril de 1915 y publicado ilegalmente a principios de 1916) refiriéndose a la votación de los créditos de guerra: “ Esta táctica de las instancias oficiales del partido de los países beligerantes, y muy especialmente en Alemania, que era hasta entonces el país piloto de la Internacional, equivale a una traición de los principios más elementales del socialismo internacional, de los intereses vitales de la clase obrera y de todos los intereses democráticos de los pueblos”.[31]
Por su parte, en 1914 Lenin coincidía en ese diagnóstico de la traición. Sin embargo, añadía un primer intento de análisis de las condiciones de posibilidad de la traición. En una resolución de Comité Central del POSD(R) escrita apenas dos meses después del estallido de la conflagración afirmará: “Sentimos con hondísima amargura tener que hacer constar que los partidos socialistas de los principales países europeos no han cumplido esa tarea suya y que la conducta de los jefes de dichos partidos –del alemán sobre todo- raya en la franca traición a la causa del socialismo”.[32]Pero más allá de la traición, en esta resolución del CC del POSD(R) se intenta una explicación utilizando la categoría “oportunismo” acercándose a una primera definición: “La bancarrota de la II internacional es la bancarrota del oportunismo, que ha crecido en el terreno de las peculiaridades de la pasada época histórica (llamada “pacífica”) y ha obtenido durante los últimos años un predominio efectivo en la Internacional. Los oportunistas venían preparando hace ya tiempo esta bancarrota, al negar la revolución socialista y sustituirla con el reformismo burgués; al negar la lucha de clases y su indispensable transformación, en determinados momentos en guerra civil y al propugnar la colaboración entre las clases; al preconizar el patrioterismo burgués con los nombres de patriotismo y defensa de la patria y al omitir o negar la máxima fundamental del socialismo, expuesta ya en el Manifiesto comunista, de que los obreros no tienen patria; al limitarse en la lucha contra el militarismo al punto de vista sentimental de la pequeña burguesía en lugar de reconocer la necesidad de la guerra revolucionaria de los proletarios de todos los países contra la burguesía de todos los países; al convertir la utilización ineludible del parlamentarismo burgués y de la legalidad burguesa en un fetichismo de esta legalidad y en el olvido de que, en épocas de crisis, son obligadas las formas clandestinas de organización y agitación”.[33]Igual crítica merecerán en esta resolución las posturas de Kropotkin y de los sectores del movimiento anarquista que adoptaron posturas seguidistas de la burguesía imperialista. Este análisis incipiente de las causas de la actitud de la socialdemocracia, serán desarrolladas por Lenin a lo largo del debate sobre la guerra y sobre el imperialismo durante los años 1915-1917, como se verá a continuación.
Algunos autores afirman que la traición, si bien describía el comportamiento de las direcciones partidarias, era demasiado reductiva cómo explicación del hundimiento del internacionalismo y no permitía explicar el conjunto del proceso que había llevado a la clase obrera de los países contendientes a ser carne de cañón de sus respectivas burguesías. Para Madeleine Rebérioux: “La guerra cayó como un rayo sobre estos partidos. La crisis de 1912, durante la cual la catástrofe parecía muy próxima, se había saldado sin que estallase la guerra en Europa: esto parecía demostrar que los continuos conflictos surgidos desde principios de siglo podían ser localizados. La convicción de que resultaba improbable una guerra europea, era prácticamente general... Así se explica, país por país, la impotencia de los socialistas europeos para intuir en el asesinato de un archiduque austríaco el prólogo de la gran guerra, así como el se retraso en ponerse de acuerdo.”[34]
A la complejidad del fenómeno se acercó el historiador Georges Haupt en dos ensayos ¿Guerra o revolución? La internacional y la “Unión Sagrada” en agosto de 1914 y Guerra y revolución en Lenin,o en su estudio dedicado al frustrado congreso de la Internacional socialista que debería haberse realizado en Paris el 8 de agosto de 1914 y que la guerra imposibilitó se realización[35]. Según Haupt, la crisis de 1912 afirmó a la socialdemocracia en uno de los mitos que cultivaba desde principios de siglo: la idea que la guerra comportaba como consecuencia la revolución y que por este motivo, las burguesías imperialistas no se atreverían a declararla. Esa convicción comportaba el convencimiento de que la amenaza de la revolución en caso de guerra salvaría a la burguesía de su propia desmesura. El defecto de este convencimiento es que la burguesía sabía de sobras que la socialdemocracia no estaba dispuesta para hacer ninguna revolución.
La falta de previsión de la socialdemocracia tenia la su propia teoría. En su libro La acumulación de capital,[36]Rosa Luxemburg había mostrado que el militarismo y al guerra formaban parte de la naturaleza misma del imperialismo. Para, rebatirla Kautsky elaboró la tesis del Ultra-imperialismopublicada en septiembre de 1914 en Die Neue Zeit,[37]pero escrita para el congreso de la IS que se debía celebrar el 28 de agosto de 1914 en Viena. Según Kautsky el imperialismo seria capaz de superar sus contradicciones.[38]Era la formulación teórica de un buen deseo. Dicho de forma más directa, era una manera de esconder la cabeza bajo el ala. Aquí descubrimos otra larga continuidad: las recurrentes utopías en que se suele refugiar una determinada izquierda con el fin de no mirar la realidad cara a cara.
Los dirigentes socialistas parecían creer que entre la clase obrera de los diversos países una poderosa corriente internacionalista podía oponerse al imperialismo propio de cada país, podía derrotar el nacionalismo rampante en los prolegómenos de la crisis inter-imperialista, podía enfrentarse con el militarismo creciente en el pensamiento y en la obra de las élites de cada país y podía evitar la catástrofe. Pero nada fue así. La mayoría de la clase obrera y de los pueblos contendientes se dejó arrastrar por la marea nacionalista e imperialista suscitada por sus propias clases dirigentes. Salvo en Rusia, en Italia, en Suiza y en la socialdemocracia balcánica. En Rusia donde las minorías bolchevique y menchevique en la Duma votaron contra los créditos de guerra, en el resto de países las direcciones de los partidos y sus grupos parlamentarios se inclinaron por votar a favor. Las otras excepciones fueron la del Partido Socialista italiano y la del Suizo. A pesar del rol positivo que ambos partidos jugaron en la convocatoria de las conferencias de Zimmerwald y de Kienthal, hay que recordar que ambos países fueron neutrales (Italia permaneció neutral hasta mayo de 1915) y que por ello, la presión de sus respectivas burguesías sobre ellos fue menor que en los países contendientes de primera hora. La socialdemocracia que sí cumplió con los acuerdos de los diversos congresos de la IS fue, a parte de la rusa, la balcánica. Y este último caso, que suele pasar desapercibido, tenía un mérito especial: las guerras balcánicas habían precedido a la mundial y habían sometido a estos partidos a duras presiones.
Pero lo esencial no se encuentra en mi opinión en la traición o en la imprevisión o en las ilusiones de las direcciones. Junto a ellas lo esencial está en la composición social de la clase obrera de la época y en el surgimiento de una capa de la misma que vivía de las migajas del reparto imperialista del mundo y de vender su fuerza de trabajo a la industria de guerra. Se trataba de la aparición del fenómeno social ligado al desarrollo del imperialismo que Lenin denominó aristocracia obrera.
Ya en 1912 y en 1913, Lenin se acercó en diversos artículos a esta cuestión. Por ejemplo en su artículo Harry Quelch: “A mediados del siglo XIX, Inglaterra ejercía un monopolio casi total sobre el comercio mundial. Gracias a ese monopolio, las ganancias del capital inglés eran fabulosas: se podía repartir, pues, algunas migajas de esas ganancias a la aristocracia obrera, a los obreros fabriles calificados. Esta aristocracia obrera, que disfrutaba entonces de salarios bastante buenos se encerró en sindicatos estrechos imbuidos de un egoísta espíritu gremial, aislados de las masas proletarias, mientras que en política apoyaba a la burguesía liberal. Y hasta ahora quizá no haya en parte alguna del mundo tantos liberales entre los obreros avanzados, como en Inglaterra”.[39]
Será en sus artículos de El oportunismo y la bancarrota de la II internacional, (escrito a finales de 1915 y publicado enero de 1916 en Vorbote, órgano de la izquierda de Zimmerwal), y El imperialismo y la división del socialismo( escrito en octubre de 1916 y publicado en diciembre de 1916 en Sbórnik Sotsial-Demokrata)[40], donde acabará de elaborar su concepto de aristocracia obrera, en base al análisis de la composición de la clase obrera inducido por el capitalismo. Recordemos que esta actividad publicista fue desarrollada durante 1916 en paralelo a la elaboración de El imperialismo fase superior del capitalismo(obra escrita entre enero y junio de 1916 y publicada en Petrogrado a mediados de 1917).[41]Será en base a ese análisis de la composición de clase de la aristocracia obrera que Lenin demostrará que era necesario romper con la vieja IS para crear una nueva internacional obrera, la Internacional Comunista.
El camino hacia Zimmerwald
“El enemigo principal de cada pueblo está dentro de su propio país”
Karl Liebknecht, mayo 1915.
El de 27 septiembre de 1914 se reunió la conferencia de Lugano entre los partidos socialistas italiano y suizo. Declararon que el BSI dirigido per Huysmans no hacía nada práctico y trataron de de convocar una conferencia de los socialistas de los países neutrales. Pero el BIS se negó. Sólo lograron reunirse ambos partidos pero convocaron una nueva conferencia de los partidos de los países neutrales para el mes de mayo del año siguiente. En noviembre de 1914 el Independent Labour Partypublicó un manifiesto contra la entrada en guerra del Reino Unido firmado por MacDonald. Ese mismo mes se constituyó en el Reino Unido una liga pacifista y radical la Union of Democratic Control. A mediados de octubre de 1914, el CC del POSD(R) apruebó una Tesis sobre la guerra redactadas por Lenin. El 1 de noviembre aparece el primer nº de Sotsial-Demokrat, publicado per Lenin y Zinóviev en Berna. En Francia, Romain Rolland, los círculos ruso-franceses de Nase Slovo, grupo en el que participa Trotsky, y los sindicalistas de La Vie Ouvrière, con Merheim y Monatte, condenaron la Unió Sagrada y reclamaron una paz negociada.
El 2 diciembre de 1914 Karl Liebknecht rechazó votar los créditos de guerra: “Rechazo los créditos de guerra solicitados, protestando contra la guerra, sus responsables y sus dirigentes, contra la política capitalista que la ha suscitado, contra las finalidades capitalistas que persigue, contra los planes de anexión, contra la violación de la neutralidad belga y luxemburguesa, contra la dictadura militar, contra el olvido del deber social y político del que el gobierno y las clases dirigentes son culpables”.[42]Durante el mes de enero de 1915 los socialistas de los países neutrales intentaron convocar una conferencia internacional en Copenhague. Franceses y belgas se negaron a acudir si los socialistas alemanes no condenaban la invasión de Bélgica. Era una condición de imposible complimiento. Sólo se reunieron los delegados de los países escandinavos, de Holanda y del Bund judío. El BIS se trasladó desde Bruselas a La Haya. En febrero de 1915 se realizó en Londres un congreso de los socialistas de los países de la Entente. Hubo propuestas de acuerdo minoritarias reclamando la salida de los gobiernos de Unión Sagrada. Naturalmente fueron rechazadas por las mayorías social-chovinistas.
Entre los días 26 y 28 marzo de 1915 se reunió la conferencia internacional de mujeres socialistas en Suiza, convocada por Clara Zetkin que era la secretaria del Buró Internacional de las Mujeres socialistas. Los mismos días se reunió la Conferencia internacional de las Juventudes Socialistas, convocada por italianos y suizos. Los dos encuentros no contaron con mucha asistencia pero cumplieron una función: por primera vez asistieron socialistas de países beligerantes. Las delegadas y delegados pertenecían a las minorías contrarias a la guerra, y por tanto no representaban a las mayorías de sus partidos, pero corriendo el riesgo de asistir y tomando las resoluciones que tomaron lanzaban el mensaje de la necesidad de revitalizar el internacionalismo.[43]En abril empezó publicarse la revista Die Internationaleeditada por Liebknecht, Rosa Luxemburg, Mehring, Karski y Clara Zetkin.
En mayo, el jefe del grupo parlamentario laborista A. Henderson entró en el gabinete británico de Asquith. Las clases dominantes necesitaban el apoyo laborista debido a la caída de las campañas de reclutamiento. En marzo de 1915, una minoría de los diputados del PSD se negó a votar los presupuestos con el fin de no asociarse a una guerra de anexión. Publicaron un manifiesto tituladoLas exigencias del momento, firmado entre otros per Haase, Kautsky y Berstein. La diferencia con la situación anterior era que según ellos la guerra había adquirido un carácter de guerra de conquista. Según el manifiesto acordado para el 4 de agosto la socialdemocracia no podía apoyar guerras de conquista y solo votaba los créditos de guerra para “luchar contra el zarismo”. De echo se trataba de una distinción académica. La guerra había tenido el carácter de guerra de conquista desde el primer momento. Y la socialdemocracia lo sabía de sobras. Eminentes miembros de la misma lo habían denunciado desde el principio. Pero este grupo será el núcleo del futuro Partido Socialdemócrata Independiente (USPD), que tratará de desviar la irritación obrera y popular durante los años 1918 a 1921 por caminos que evitasen la confluencia de la protesta obrera y popular a la Internacional Comunista. Tras el breve episodio de la Segunda Internacional y media, todos ellos volvieron al redil de la IS y del SPD.
Unidad y diversidad en la conferencia de Zimmerwald
“Es como un grano de mostaza que, cuando se siembra en la tierra, es más pequeño
que cualquier semilla que se siembra en la tierra; pero una vez sembrada, crece y se hace mayor
que todas las hortalizas y echa ramas tan grandes que las aves del cielo anidan a su sombra».
Marcos 4, 26-34
Fruto de toda esta actividad preparatoria previa, desarrollada con ingentes dificultades por las minorías socialistas internacionalistas fue la Conferencia de Zimmerwald. Entre los días 5 y 8 de septiembre de 1915 se desarrolló la primera Conferencia socialista internacional en un pequeño pueblo cercano a Berna: Zimmerwald. Convocada desde el socialismo italiano (Morgari) y suizo (R. Grimm) además de la rusa Angélica Balanova. Se reunieron 38 delegados representantes de 11 países y (italianos, rusos, rumanos, búlgaros, polacos y letones envían delegación oficial), los noruegos eran miembros de las juventudes, holandeses y suecos, del ala izquierda. No asistieron belgas, austriacos, británicos, ni húngaros. Los alemanes asistentes formaban parte de diversas corrientes de izquierdas; los franceses representaban diversas corrientes sindicalistas, pero no socialistas ni anarquistas. Hubo unanimidad en la condena de la Unión Sagrada. pero diversidad en las propuestas concretas: la llamada derecha zimmerwaldiana pretendía la reconstrucción de la IS. Por su parte, la izquierda de Zimmerwald (8 miembros) se pretendía la creación de una tercera internacional. Se acordó la creación de una Comisión Socialista Internacional con A. Balanova como secretaria. Las propuestas de Lenin a la conferencia consistieron en el derrotismo revolucionario, la idea de la transformación de la guerra inter-imperialista en guerra civil y la necesidad de avanzar hacia una nueva internacional obrera. El llamamiento que propone llama a luchar: “… por rechazar cualquier presupuesto militar, abandonar inmediatamente los ministerios, desenmascarar desde la tribuna parlamentaria, en la prensa legal, y si ello es imposible, en al prensa ilegal, el carácter capitalista y antisocialista de la guerra actual, librar la lucha más intransigente contra el socialismo patriota, aprovechar cualquier movimiento popular que se derive de los efectos de la guerra (como la miseria, las pérdidas de hombres, etc.) para organizar manifestaciones antigubernamentales, propagar la solidaridad internacional en las trincheras, apoyar toda huelga económica y buscar transformarla, si las circunstancias son favorables, en huelga política”.[44]La mayoría de los asistentes rechazó estas propuestas de Lenin.
El manifiesto de la mayoría de Zimmerwald redactado por Grimm y por Trotsky, rezaba del siguiente modo:
"Esta lucha es al mismo tiempo la lucha por la libertad, por la fraternidad de los pueblos, por el socialismo. Se trata de emprender una acción por la paz, por la paz sin anexiones ni indemnizaciones de guerra. Esta paz no es posible si no es condenando la propia idea de la violación de los derechos y de las libertades de los pueblos. La ocupación de países enteros y de provincias no puede conducir a una anexión. No a las anexiones efectivas o enmascaradas. No a las incorporaciones económicas forzadas, impuestas que se convierten aún en más intolerables por sus consecuencias de los derechos políticos de lo interesados. Reconocimiento a los pueblos del derecho a disponer de ellos mismos".[45]
El texto pacifista y humanista, fue aprobado por unanimidad. Sin embargo, en su llamamiento final no contenía orientaciones de trabajo concretas. Solamente una generalidad del siguiente tipo: “En el presente se trata, continuando en el terreno de la lucha de clases irreductible, de marchar por nuestra propia causa, por la causa sagrada del socialismo, por la emancipación de los pueblos oprimidos y de las clases esclavizadas”.[46]
No era poco, pero desde luego no era suficiente. Como dijo Humbert-Droz: “Zimmerwald agrupaba pacifistas opuestos a todas las guerras y revolucionarios que querían transformar la guerra imperialista en guerra civil y que hacían distinción entre guerras justas y guerras injustas”.[47]Era pus, difícil ir más allá de un acuerdo genérico.
La izquierda, encabezada por Lenin aceptó el manifiesto por que : “ … nosotros lo concebimos como un llamamiento a la lucha y que, dentro de esta lucha queremos marchar de la mano con los otros grupos de la Internacional”. Sin embargo afirmaron que el manifiesto no les satisfacía completamente por que “No contiene una caracterización del oportunismo declarado o de aquello que se oculta tras frases radicales de este oportunismo que no sólo que no sólo tiene la responsabilidad principal de la debacle de la Internacional, si no que quiere eternizar este desastre. El manifiesto no contiene ninguna característica clara de los medios para combatir la guerra. Nosotros continuaremos en la prensa socialista y en las reuniones de la internacional defendiendo una resuelta actitud marxista ante los problemas que la época del imperialismo pone al proletariado”.[48]En pocas palabras, la vieja táctica leniniana: unidad desde la autonomía de las partes y crítica.
Hacia una nueva internacional
“La nueva internacional será construida. Se levantará sobre las ruinas de la antigua,
sobre nuevos fundamentos más sólidos. Vosotros, amigos, socialistas de todos
los países ponéis hoy la piedra angular de este edificio del futuro”
Karl Liebknecht, saludo a la conferencia de Zimmerwald desde la cárcel
El saludo que Liebknecht envió a la conferencia resultó profético. A través del acero, la dinamita, los cañones y la sangre y el barro de las trincheras, a través de la terrible experiencia de las carnicerías humanas, ingentes masas de obreros aprendieron a su costa el carácter imperialista de la guerra. Aprendieron cuanta razón tenía Jaurès cuando afirmó que el capitalismo lleva la guerra en su interior como la nube lleva la lluvia.
En febrero-marzo de 1917 dio inicio la revolución rusa. Su lema era “Paz, pan y tierra”. En diversos países se desataron movimientos sociales contra el hambre, por la paz y, de alguna manera, contra el capitalismo. En este se decantaron la realidad de la política de cada uno; la coherencia entre los principios declarados y la política de cada uno. En marzo de 1919 fue creada la Tercera Internacional. De la pequeña semilla de Zimmerwald o mejor dicho: de una minoría de la minoría surgió una organización grande, poderosa que con sus luces y sus sombras, con sus aciertos y con sus errores jugó un papel muy importante en el transcurso del corto siglo XX.
Rememorar esta historia 100 años más tarde, cuando tanta agua ha pasado bajo los puentes no es un acto ritual o erudito. El proceso que lleva a Zimmerwald, la propia realización de la conferencia y sus conclusiones nos permiten reflexionar sobre la dura y cruenta guerra de casi treinta años que el imperialismo desarrolla contra los pueblos. También nos permite reflexionar sobre el peligroso ascenso del nacionalismo y del chovinismo y sobre los medios que los internacionalistas debiéramos utilizar para combatir por la paz y por la solidaridad de los pueblos. Más que nunca, ¡Necesitamos un nuevo Zimmerwld!
[1]Sobre esta secuencia de guerras se puede leer con provecho: Manlio Dinucci, L’arte de la guerra, annali della strategia USA/NATO (1990-2015), Roma, Zambon editore, 2015.
[2]Se trata del discurso contra la guerra pronunciado en enero de 1792 en la Sociedad de Amigos de la Constitución, in Maximilien Robespierre, Por la felicidad y por la libertad, Discursos, Antologia a cargo de Yannick Bosc, Florence Gauthier y Sophie Wahnich, traducción al español de Joan Tafalla, Barcelona, El Viejo Topo, 2005, p. 107.
[3]Maria-Paz López, El terrorismo se disparó en el 2014, sobre todo en Oriente Medio y África, La Vanguardia, 24 de noviembre de 2015, p. 3.
[4]Sobre el trato colonial de la quinta República hacia los habitantes de las banlieuesse puede leer con provecho: Stéphane Beaud y Michel Pialoux, Violences urbaines, violence sociale, Genèse des nouvelles clases dangereuses, Paris, Fayard, 2003; también Loi Wacquant, Pàries urbans, Ghetos, banlieues, Estat, Barcelona, Edicions de 1984, 2007, primera edición en francés 2005; AA.VV. Une révolte en toute logique, Des banlieues en colère 2005, Paris, L’archipeldespirates, mars 2006, y, Sadri Khiari, La contre-révolution coloniale en France, De de Gaulle à Sarkozi, Paris, La Fabrique éditions, 2009. Naturalmente la literatura al respecto es inmensa.
[5]Eric Hobsbawm, Los ecos de la Marsellesa, Barcelona, Editorial Crítica, 1992, primera edición en inglés, 1990.
[6]Derecho y deber proclamado por Jules Ferry en su discurso sobre el colonialismo pronunciado en la asamblea nacional, 1885.
[7]El relato de los hechos que sigue es una síntesis de cuatro autores: Madeleine Rebérioux, El socialismo y la primera guerra mundial, in AA.VV., Historia general del socialismo, bajo la dirección de Jacques Droz, Barcelona, destino, 1979, primera edición en francés, PUF, 1974, tomo II, pp. 596-647; Jacques Droz, Les causes de la Première Guerre mondiale, Essai d’historiographie,Paris, Éditions du Seuil, 1973; Jacques Droz, Història del socialisme, Barcelona, Edició de materials, 1968, primera edición en francés, 1966; Georges Haupt, El Historiador y el movimiento social, Madrid, Siglo XXI, 1986, primera edición en francés 1980; Georges Haupt, Le congrès manqué, L’internationale a la veille de la première guerre mondiale, Étude et documents, Paris, François Maspero, 1965; y finalmente, Jules Humbert Droz, L’origine de l’Internationale communiste, De Zimmerwald à Moscou, Neuchâtel, Éditions de la Baconnière, 1968. Solo citaré estas obras a pie de página cuando transcriba textualmente alguno de sus pasos.
[8]Jean Rabaut,1915, Jaurès assassiné,Bruxelles, Éditions Complexe, 2005, p. 57
[9]Jacques Droz,Història del socialisme, ob.cit., pp. 198-199.
[10]Jules Guesde, marxista determinista, kautskyano ortodoxo, pasó su vida de polémica en polémica con Jean Jaurès al que criticó sin cesarpor su original combinación entre republicanismo y socialismo, y por su interpretación de las ideas de Marx a la luz de las tradiciones revolucionarias francesas. Particularmente, criticó el ministerialismo de Jaurès y su actividad en el caso Dreyfus. Sin embargo el día 30 de agosto de 1914, Guesde entró en el único gobierno donde Jaurès quizás no hubiera entrado nunca: en el gobierno de Unión Sagrada. Lo que Guesde negaba al gobierno de las izquierdas se lo concedió al gobierno de la masacre, véase Jean Rabaut, ob.cit, pp. 79-82.
[11]Nota de JT, junio de 2017: Al corregir el texto de mi intervención de 3 de diciembre de 2015, está claro que el declinante imperialismo francés ha fracasado en su intento de jugar algún rol en su antigua colonia, Siria. Así mismo Hollande ya sólo es un nombre más en la lista de los presidentes de Francia. Un nombre gris, amortizado y, fuera de la gran historia. Sin embargo he mantenido este preámbulo por que creo que a pesar de haber sido redactado en la inmediatez de los atentados cometidos en Paris el 13 de noviembre de 2015, refleja las ambiciones del imperialismo francés en esos días, cuando re-negocia el relanzamiento de la Comunidad Europea de Defensa con Alemania y apunta al rearme y al keynesianismo militar. Véase: Claude Serfati, Le Militaire. Une histoire française, Paris, Editions Amsterdam, 2017,
[13]Como historiador dedicado a la revolución francesa, no puedo dejar de mencionar aquí los agrios debates entre Kautsky y Guesde de un lado y Jaurès de otro sobre el carácter de la revolución y de la tradición revolucionaria francesa. No tengo espacio para demostrar que estas diferencias también incidieron en los debates sobre el militarismo y la guerra. Se puede leer con provecho: Jean Jaurès i Karl Kautsky, Socialisme et révolution française, édition et présentation par Jean-Numa Ducange, Paris, Demopolis, 2010.
[14]Resolución del congreso socialista internacional de Stuttgart celebrado entre el 16 y el 24 de agosto de 1907, reproducida in extenso en Jules Humbert-Droz, ob.cit., pp. 39-40.
[15]Jean Rabaut, 1914, Jaurès assassiné, Bruxelles, Éditions complexe, 2005, p. 31.
[16]Georges Haupt, Le congrés manqué, ob.cit., pp. 12-13.
[17]El discurso y una breve crónica del congreso en Discours de Bâle, 24 novembre 1912, par Jean Jaurès: http://dormirajamais.org/jaures/
[18] Véase por ejemplo, V.I. Lenin, El socialismo y la guerra ( Actitud del POSDR hacia la guerra). Obras Completas, Madrid, Editorial Akal, 1977, tomo 22, p. 412. Escrito en julio-agosto de 1915.
[19]Jules Humbert-Droz, ob.cit., p. 41.
[21]Diversas citas de la prensa socialdemócrata de antes del viraje en Rosa LuxemburgLa crisis de la Socialdemocracia, Barcelona, Anagrama, 1976, pp. 55-58.
[22]Jules Humbert-Droz, ob.cit. p. 180.
[23]Diversas citas de la prensa socialdemócrata alemana tras el viraje en Rosa Luxemburg La crisis de la Socialdemocracia, ob.cit., pp. 103-104. Cursivas de la autora.
[24]Madeleine Reberioux, ob. cit., pp. 591-592.
[25]El carnet B era la lista de sindicalistas, socialistas y anarquistas a detener que tenía preparada el ministerio del interior francés para el caso de que estallase la guerra.
[27]Madeleine Reberioux, El socialismo francés de 1871 a 1914, in AAVV: Historia general del socialismo, ob.cit., tomo 2, pp. 193-202.
[28]Declaración con motivo de su voto negativo a los créditos de guerra. Repoducida en Humbert-Droz, ob.cit., pp. 69-70.
[29]Rosa Luxemburg, La crisis de la socialdemocracia, prólogo de Clara Zetkin, introducción de Ernest Mandel,incluye la Crítica del folleto de Junius, de Lenin, Barcelona, Editorial Anagrama, 1976.
[30]Zetkin nos informa de que la actitud de Rosa Luxemburg no era una actitud aislada, los reprimidos por actos antimilitaristas sumaban en Alemania la cifra de treinta mil. Clara Zetkin, ob.cit., pp. 20-21.
[31]Rosa Luxemburg, ob.cit., pp. 166-167. Lenin conoció el folleto en junio-julio de 1916. Sin duda conocía la identidad de la autora del folleto que se escondía tras le seudónimo de Junius. Criticó lo que consideraba insuficiencias del folleto: la no mención del social-chovinismo, la tibia defensa del derecho de los pueblos a disponer de ellos mismos, su temor a la escisión de la socialdemocracia y no llegar consecuentemente a la consigna de la transformación de la guerra inter-imperialista en guerra civil. Sin embargo, en su artículo publicado en la revista Sbornik Sotsial-Demokrata, nº 1 de octubre de 1916, Lenin acababa diciendo: “Los partidarios de Junius supieron, a pesar de su aislamiento, iniciarla publicación de volantes ilegales y comenzar la guerra contra el kautskysmo. Sabrán seguir adelante por ese camino, que es el recto”, Lenin, ob.cit., p. 189.
[32]V.I. Lenin, La guerra y la socialdemocracia de Rusia, Obras escogidas, Moscú, Editorial Progreso, 1981, tomo 1, p. 663.
[33]V.I. Lenin, ob.cit., p. 665.
[34]Madeleine Rebérioux, El socialismo y la primera guerra mundial (1914-1918), en Historia general del socialismo, bajo la dirección de Jacques Droz, Barcelona, Ediciones Destino, 1979, p. 599. Primera edición francesa en 1974.
[35]Véase: Georges Haupt, El historiador y el movimiento social, ob.cit.; y, del mismo autor Le congrès manqué, L’internationale à la veille de la première guerre mondiale, Étude et documents, ob.cit.
[36]Rosa Luxemburg, La acumulación de capital, descargable en: https://kmarx.files.wordpress.com/2013/10/la-acumulacic3b3n-rosa-lux.pdf. El debate sobre esta obra aún sigue. Se puede leer con provecho: AAVV, Reproducción, crisis, organización y resistencia
A cien años de La acumulación del capitalde Rosa Luxemburgo, Benemérita Universidad de Pueblo, 2014, descargable en:
[37]La revista teórica del SPD que jugó un rol capital en la invención del marxismo de cuño kautskyano.
[38]A mi modo de ver, existe una continuidad entre la tesis kautskyana del ultraimperialismo y las tesis sostenidas por Antonio Negri en su los libro Imperio. Ambos insisten en predecir la liquidación de los estados nacionales y en defender la superación de las contradicciones interimperialistas. Negri llega a afirmar que en el nuevo orden las acciones militares de los USA se limitan a “mantener el orden internacional”. Véanse críticas solventes a estas posiciones en Borón, Vasapollo, o Carchedi.
[39]V.I. Lenin, Harry Quelch, in Imperialismo y movimiento obrero: las raíces del oportunismo, con artículos introductorios de Eric Hobsbawm y de Martin Nicolaus, Barcelona, Editorial Anagrama, 1976, p. 57. Una breve antología de textos de Lenin que permite hacer un breve recorrido por el proceso de surgimiento y elaboración del concepto de aristocracia obrera en su pensamiento y acción.
[41]V.I. Lenin, El imperialismo fase superior del capitalismo, Obras Escogidas, tomo 1, ob.cit. pp. 677-813.
[44]Jean-Jacques Marie, Lenin, ob.cit. pp.131-132.
[45]Humbert-Droz, ob.cit., pp. 141-142.
[46]Loc. cit.
[47]Humbert-Droz, ob.cit., p. 143.