El DeFinibus de Cicerón escrito el año 45 se compone de cinco libros. En el primero y en el segundo Cicerón polemiza con Torcuato y Triario sobre el epicureismo que estos defienden. Es en el segundo libro donde Cicerón expone una crítica contundente del epicureismo. En el tercer libro, Catón expone la doctrina estoica en presencia de Cicerón y Luculo. En el libro cuarto, Cicerón critica el estoicismo. Finalmente, en el libro quinto, Pisón expone las opiniones de académicos y peripatéticos y Cicerón hace la crítica y se entabla la discusión. Este quinto libro transcurre en Atenas, en los jardines de la Academia.
1.- No es Cicerón un estoico, se aproxima en algunos aspectos, especialmente en su reivindicación de la virtud como máximo bien para la vida humana y, en términos generales, ese vivir de acuerdo con la naturaleza reivindicado, entre otras escuelas, por los estoicos. Pero se aleja de ellos profundamente en la misma concepción que aquellos tenían de la virtud. Más grande parece ser la distancia que le separa de los epicúreos.
2.- Cicerón va a desarrollar en el segundo libro una potente teoría sobre la moralidad y la virtud con una impronta social, pública que no está de ninguna forma en Marco Aurelio o en Epicteto.
En este segundo libro hay también una fuerte crítica de los epicúreos y de su concepción del placer como supremo bien; “el término mismo de placer carece de nobleza” (II, 75), Cicerón se ha propuesto despedazar al epicureismo; ese concepto de placer –nos dice-, qué realidad tan mezquina oculta, habla con una cierta prepotencia. Si Roma lo hubiese situado en el centro de su moralidad, nada hubiera sido igual, y le lanza a Torcuato (su oponente dialéctico) una retahíla de grandes hombres que actuaron en bien de la patria sin tener en cuenta el placer, sino las virtudes, las grandes virtudes, la justicia, la templanza, la sabiduría…“todos aquellos que sufrieron, padecieron, demostraron una austeridad y honradez incorruptible…-declara ufano-, ésta es mi tradición, esto está escrito en los anales, en cambio vosotros, epicúreos, ¿cuáles son vuestros avales?”
“Tú mismo, Torcuato –remata Cicerón- que estás próximo al consulado, cuando se te pregunte sobre los fines que orientaran tu mandato seguro que no dirás que “tú en el ejercicio de esa magistratura y en toda tu vida obrarás sólo por tu propio provecho, [muy al contrario] las palabras de los peripatéticos y las de los estoicos no se te caen de la boca en los tribunales y en el senado: deber, equidad, dignidad, lealtad, rectitud, moralidad, acciones dignas de quien manda, dignas del pueblo romano, afrontar cualquier peligro por la república, morir por la patria; cuando pronuncias estas palabras, nosotros, imbéciles, quedamos maravillados, mientras que tú, sin duda, te ríes en tu interior. Porque entre estas tan magníficas y excelentes palabras no hay un lugar para el placer, no sólo aquel que llamáis placer en movimiento y al que todos los hombres de la ciudad y todos los del campo, todos, en suma, cuando hablan latín, llaman placer, pero ni siquiera para ese otro estable, al que nadie, excepto vosotros, [la ausencia de dolor] llama placer.”(II, 23, 76/77)
3.- En la crítica a la escuela escéptica, a Pirrón y a Aristón, dice Cicerón que estos, “al hacer que todo consistiera únicamente en la virtud, hasta el extremo de despojarla de toda posibilidad de elección entre las cosas y de no darle una base de la que surgiera o en la que se apoyara, destruyeron la virtud misma que abrazaban” (II, 43) Aquí se encuentra ya una de las críticas fundamentales que Cicerón lanzó al estoicismo, encerrar la virtud en una burbuja y aislarla de la vida real, pensar que el hombre es puramente alma y no un compuesto de alma y cuerpo.(Seguramente Cicerón está atacando una cuestión clave en el estoicismo, aquella que le impide convertirse en una moral social)
La fuente de esa sociabilidad discutida del género humano es la naturaleza, que nos ha hecho como somos, seres sociales, “Esta misma razón hizo al hombre buscar a los hombres y le indujo a acomodarse con ellos en carácter, lengua y costumbres, de manera que, partiendo del amor a los familiares y a los suyos, se extiende cada vez más y se une en sociedad primero con sus conciudadanos, luego con todos los mortales y, como Platón escribió a Arquitas, recuerda que no ha nacido para él sólo, sino para la patria y para los suyos, de manera que es muy pequeña la parte que a él le queda.” (125)
4.- TEXTO:
“Entendemos que es moral aquello que, prescindiendo de toda utilidad, independientemente de premios o ventajas, puede ser justamente alabado por sí mismo. Cuál sea la naturaleza de esto puede comprenderse no tanto por la definición que acabo de dar, aunque ayuda bastante, como por el juicio común de todos y por las inclinaciones y las acciones de los hombres mejores, que hacen muchísimas cosas únicamente porque son decorosas, porque son rectas, porque son morales, aunque saben que no van a conseguir ninguna ventaja.” (II, 45)
Un capricho. Este texto me gusta especialmente y exigiría un comentario especial. Ha criticado a las filosofías que no prestan atención a las definiciones, particiones y otras cuestiones lógicas. Propone una definición, a continuación pone en guardia al lector sobre las posibilidades de entender el tema por una definición, “aunque ayuda bastante”, pero lo central se encuentra en “el juicio común de todos” y en las acciones de los hombres mejores”. La vida cotidiana? La vida social, terreno de la filosofía? Aquí se decide el supremo bien?
5.- No se puede poner en duda que en Cicerón la moralidad se ha hecho acción, que es en la vida política, y en lo que resta de vida personal, donde se halla el terreno de la moralidad. Es la naturaleza, es nuestra naturaleza.
6.- Hay un tema que de alguna manera está presente desde el estoicismo más antiguo, un rechazo a las medias tintas en materia de virtud, o se es virtuoso o no se es, es más quien tiene una virtud las tiene todas porque en la sabiduría del sabio hay una posición nueva que no admite el compromiso. Este tema debía hacer difícil la labor con los discípulos porque parece excluir el camino progresivo del alumno hacia la vida virtuosa y seguramente esta cuestión se atenuó a lo largo del discurrir estoico. Aspecto fuertemente criticado por Cicerón.
7.- Con los estoicos, especialmente con los primeros, apareció una importante cuestión de lenguaje: la creación de nuevas palabras. Debió ser algo muy novedoso porque llamó la atención y se comentaba aun siglos más tarde. Cicerón habla de los problemas que esto puede plantear a una lengua “nueva” como el latín, crear términos nuevos y aceptar y utilizar algunos de los provenientes del griego, especialmente aquellos que se hayan popularizado por el uso. ¿Por qué se produjo aquella inflación de nuevos términos en el estoicismo antiguo? ¿Tan novedosa fue su propuesta que necesitó de toda una nueva terminología al respecto? Cicerón parece acusarlos de camuflar detrás de las nuevas palabras las viejas ideas.
Cicerón parece consciente de su papel en el recoger de toda una tradición y en el vertido a una nueva sociedad, con los problemas que eso parece conllevar, incluidos los temas de lenguaje.
8.- Existe una “moral natural” que se instala en el interior del sabio, “ese dios interior”, que éste reconoce mediante su inteligencia y que así abre la puerta al supremo bien, a la virtud, supremo bien que ya no cesa, “[…] hay muchísimas acciones vergonzosas que, a no ser por el gran poder de la moral natural, no sería fácil impedir que asaltaran al sabio.” (II, 117)
9.- A veces, en los estudios es necesario levantar la vista, alejarse por un momento del objeto estudiado para no pasar por alto cuestiones de importancia, así cuando debatimos sobre epicureismo, estoicismo, moral natural, derecho natural…perdemos de vista que tanto si perseguimos el placer como si ponemos nuestra vida al servicio de la virtud reconocemos una voluntad de orientar nuestra vida, de darle sentido y unidad. Estas filosofías persiguen la auto-creación del individuo, “al margen de dioses y destinos”, la búsqueda de sentido a la vida.
Esta tarea nació en Grecia, en la polis y se prolongó en estas filosofías que aparecieron cuando la polis ya se había deshecho, así en el binomio auto-creación individual y auto-constitución social, este segundo elemento quedó profundamente transformado, los estoicos, por ejemplo, parece que abrieron un camino que iba desde el individuo hasta el género humano.
Quizás también arranquen de aquí las contradicciones del estoicismo, aquel desplazamiento hacia lo interior que se irá instalando en este corpus filosófico con el paso de los siglos, ese “nada exterior te puede afectar” llevado al extremo con la afirmación: te destrozarán el cuerpo pero tu alma no la podrán tocar, seguirás instalado en la felicidad.
10.- La crítica al estoicismo se desarrolla a lo largo del libro IV. El primer punto de conflicto tiene que ver con la tradición filosófica y con lo innecesario de la ruptura estoica; sus principios fundamentales ya estaban propuestos con anterioridad por las escuelas de los académicos y los peripatéticos; Cicerón afirma que los viejos filósofos ya “habían establecido un cuerpo de doctrina con suficiente amplitud y elegancia para que no tuviera Zenón, después de haber escuchado a Polemón, motivo de separarse de él y de los maestros anteriores.” (IV, 2,3)
Su aportación será muy pobre o nula, “Viene ahora la dialéctica y el conocimiento de la naturaleza; pues sobre el supremo bien, como he dicho, trataremos luego y dedicaremos toda nuestra discusión a desarrollar ese tema. Pues bien, en estas dos partes de la filosofía no había nada que Zenón deseara vivamente cambiar; todo estaba perfectamente establecido tanto en una parte como en otra.” (IV, 4,8)
La segunda cuestión de fondo está no tanto en la centralidad de la virtud y de la vida según natura sino en el encapsulamiento de la propia virtud que han producido los estoicos, su aislamiento de las cuestiones del cuerpo, como si la virtud en sí misma bastara, fuera autosuficiente, como si el ser humano solo tuviera alma y no fuera un complejo de alma y cuerpo; “Pues, aceptándose universalmente que todo el deber y la función de la sabiduría consisten en perfeccionar al hombre, unos (para que no pienses que hablo sólo contra los estoicos) aducen teorías que ponen al supremo bien en la categoría de lo que está fuera de nuestro alcance, como si se tratara algún ser inanimado; otros, por el contrario, como si el hombre no tuviera cuerpo, sólo se preocupan del alma, a pesar de que el alma misma o es un no sé qué inconsistente (pues esto no puedo entenderlo), sino que está incluida en cierto género de cuerpo, de suerte que ni siquiera ella se contenta con la virtud sola, sino que busca la carencia de dolor.” (IV, 14,36)
10.- “Pues lo que hace [la naturaleza] con los cereales, que, cuando los ha llevado desde la hierba a la espiga, abandona la hierba y la tiene en nada, no lo hace con el hombre cuando lo ha conducido hasta el uso de la razón. Pues siempre admite lo nuevo sin renunciar a lo primero que dio. Y así, a los sentidos añadió la razón y, conseguida la razón, no abandonó los sentidos.” (IV, 14,37/38)
Interesantísimo texto que nos habla de la estratificación del ser humano, una idea presente, por ejemplo, en Lukács o en Hartmann…
11.- El vivir conforme a la naturaleza es una conquista que realiza el ser humano gracias a su sabiduría pero tiene una base intuitiva y vital, son los principios que la madre naturaleza coloca en nosotros cuando nacemos, el camino de la sabiduría y la felicidad iría desde este principio vital, de especie, hasta la conciencia de lo que somos, “En primer lugar, reconozcamos que la naturaleza nos ha infundido el amor a nosotros mismos y que el primer deseo que ha puesto en nosotros es el de nuestra propia conservación. Sobre esto estamos de acuerdo; viene después el tomar conciencia de quiénes somos, para que podamos conservarnos tal como debemos ser.” (IV, 10, 25)
12.- Parece que podemos afirmar como un rasgo ya presente en el estoicismo antiguo que ningún hombre es esclavo por naturaleza. “Pero en todo lo moral de que venimos hablando nada hay tan glorioso ni que se extienda con más amplitud que la unión de los hombres con los hombres, esa especie de sociedad y comunidad de intereses y ese amor del género humano que, originada en el momento mismo del nacimiento, puesto que los padres aman a los hijos y toda la familia está unida por los lazos del matrimonio y por la estirpe, va propagándose al exterior, primero por el parentesco, luego por las afinidades, después por las amistades, más tarde por las relaciones de vecindad, posteriormente por las de los ciudadanos y por las de los aliados y amigos políticos, y, en fin, por la unión de todo el género humano.” (V, 23, 65)
13.- Dice Joaquín Miras que este libro de Cicerón era utilizado por los estudiantes franceses como libro de texto sobre el estoicismo, no me extraña, los conocimientos de Cicerón al respecto parecen amplísimos; y no solamente del estoicismo, sino de la tradición filosófica heredada de Grecia, estoicos, pero también peripatéticos, platónicos, escépticos…un amplio río de pensamientos, de filosofías, cuyo lugar central es el debate sobre el supremo bien. Y esa corriente se nos aparece especialmente viva, las divergencias son reales y no inventadas, las coincidencias también, unas y otras tienen que ver con las formas de vida, con el supremo bien, con la virtud, la felicidad. Y englobándolo todo un esfuerzo por dar sentido a la vida humana, a la vida en sociedad, un portentoso esfuerzo por auto-constituirse en el sí de una tradición.
14.- Libros como éste nos obligan a modificar en profundidad nuestros modos de acercarnos al saber, si nos centramos “excesivamente” en el pensamiento de un autor podemos perder de vista la corriente subterránea que lo atraviesa, así “sabemos” mucho pero no entendemos nada.
15.- Hay, creo, en los estoicos y en Cicerón, algo que llamo una teoría genética de la virtud, es decir, la transformación de esa especie de conatus con el que nacemos hasta llegar a una racionalizada aceptación y conquista de la virtud cuando somos adultos. La constatación de que todo ser desde que nace se ama a sí mismo, quiere permanecer en su vivir sin entender las razones que lo mueven a ello, “la verdad es que la naturaleza está desde el principio maravillosamente oculta, y no puede ser penetrada ni conocida, pero, al avanzar la edad, llegamos poco a poco, y más bien tarde, a tener una especie de conocimiento de nosotros mismos.” (V, 15, 41)
Ese camino culmina cuando, ya adultos, somos conscientes de nuestra naturaleza y ajustamos a ella nuestro plan de vida, “no sin causa vemos en los niños esa especie de chispas de virtud a las que me he referido, con las que debe encenderse la razón del filósofo, para que siguiéndola, como a un guía divino, alcance el fin último de la naturaleza. […] Hay que penetrar, pues, en el conocimiento de la naturaleza y escudriñar a fondo lo que ella reclama; de otra manera, no podemos conocernos a nosotros mismos. […]Ahora bien, conocernos a nosotros mismos consiste en conocer las facultades de nuestro cuerpo y de nuestra alma, y seguir aquel género de vida que disfrute por completo de estas facultades.” (V, 15, 41 – 16, 44).
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