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dissabte, 17 d’agost del 2019

Sobre el papel de la cuestión nacional en la competencia entre diversas fracciones en el interior a la clase obrera según la obra : La situación de la clase obrera en Inglaterra


Primera edición alemana de "La situación de la
clase obrera en Inglaterra", Barmen, 1845.
1844-1845
Friedrich Engels
Extracto de: “La situación de la clase obrera en Inglaterra”:


Contexto:

Como se sabe, el padre de Friedrich Engels (Barmen, 1820-Londres, 1895) era el dueño de una fábrica textil en la localidad alemana de Barmen y era socio de otra empresa textil en Manchester: Ermen & Engels. 
El joven Friedrich estuvo erabajando en la fábrica paterna de Manchester entre noviembre de 1842 y agosto de 1844. En estos veintidós 2 meses tuvo ocasión de conocer y estudiar la situación de la clase obrera inglesa. Los resultados de este estudio a los fue publicando en forma de artículos en varias revistas: Gazeta Renana, New Moral World, Le Républicain Suisse, los Anuarios Franco-Alemanesy en Vorwärts(Adelante!). 
A finales de agosto de 1844, al pasar por Paris mientras viajaba desde Inglaterra para volver a Barmen, Engels encontró por segunda vez a Marx. Una vez llegado a Barmen Engels escribió “La situación de la clase obrera en Inglaterra” entre mediados de noviembre de 1844 y mediados de marzo de 1845. La obra fue publicada en alemán por primera vez en Barmen el mismo año 1845. la segunda edición en alemán se produjo el año en Stuttgart 1892. el mismo año 1.892 se publicó la primera edición inglesa. 

Mapa de Manchester en 180.
La primera edición en castellano que conozco de Editorial Futuro (Buenos Aires, 1965). Posteriormente fue publicada por Ediciones Akal (Madrid, 1976). Existe otra traducción al castellano a cargo de León Mames para Obras de Marx y Engels (OME) tomo 6, Barcelona-Buenos Aires-México D.F. , Crítica / Grupo editorial, 1978, pp. 249-544. El intento de publicación de OME fue debido al impulso de Manuel Sacristán.
Se puede encontrar una versión castellana en: https://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/situacion/index.htm
Desgraciadamente no existe traducción de esta obra al catalán.


Comentario previo:

En esta obra escrita por el joven Engels cuando tenia 24-25 años se hace encuesta / investigación sobre la situación de la clase obrera inglesa en el contexto de la revolución industrial. A partir de un minucioso examen empírico de los hechos se constata la realidad concreta de la lucha de clases. No nos encontramos ante un constructo abstracto, elaborado sobre una mesa de despacho al margen de la realidad concreta sino del estudio en tiempo real clases concreta que se desarrolla como proceso complejo. Estamos ante el registro empírico de una cantidad ingente de datos materiales, sociales, económicas, culturales y políticas a partir del cual se deduce la existencia del fenómeno mencionado.



El lector que se adentre en la lectura del conjunto de esta obra podrá captar como la clase obrera se construye como clase en el transcurso de la lucha de clases.
Es dentro de este contexto, concreto y complejo a la vez, que Engels registra la realidad de los obreros inmigrados irlandeses como fracción de la clase obrera que entra en competencia con otras fracciones de la misma. Engels examina el rol que juegan en esta competencia los fenómenos culturales, étnicos o lingüísticos.
Aún estamos lejos de las posiciones que Marx de acuerdo con Engels adoptará treinta años más tarde respecto del tema de Irlanda y de la unidad de lucha de la clase obrera inglesa e irlandesa en los debates de la AIT. Pero sin duda aquí tenemos un precedente claro.
Leamos sin prejuicios.

(…)
La competencia.

Hemos visto en la introducción que la competencia creó el proletariado en los mismos inicios del movimiento industrial, al acrecentar el salario de los tejedores en virtud del aumento de la demanda de telas, con lo cual indujo a los campesinos que tejían a renunciar a sus actividades agrícolas para poder ganar tanto más trabajando en el telar; hemos visto cómo desplazó a los pequeños campesinos mediante el sistema de explotación en gran escala, los degradó a proletarios y luego los arrastró parcialmente hacia las ciudades; más tarde, arruinó en su mayor parte a la pequeña burguesía y la degradó asimismo a proletarios, centralizando el capital en manos de unos pocos y la población en grandes ciudades. Tales son los diversos medios y vías por los que la competencia, tal como se manifestó con plenitud y tal como desarrolló libremente sus consecuencias en la industria moderna, creó y expandió el proletariado. Tendremos que considerar ahora su influencia sobre el proletariado existente. Y lo primero que hemos que hacer aquí será desarrollar en sus consecuencias la competencia de los obreros individuales entre sí.
La competencia es la expresión más consumada de la guerra de todos contra todos que impera en la sociedad burguesa moderna. Esta guerra - una guerra por la vida, por la existencia, por todo y, por ende, en caso de necesidad, una guerra de vida o muerte- no sólo se plantea entre las diversas clases de la sociedad, sino también entre los integrantes individuales de estas clases; cada cual constituye un obstáculo para su prójimo y por ello trata de desplazar a todos cuantos se interpongan en su camino y de ocupar el lugar de éstos. Los obreros compiten entre sí, tal como compiten los burgueses. El tejedor mecánico compite contra el tejedor manual, el tejedor manual desocupado o mal remunerado lo hace contra el que está ocupado o mejor remunerado y trata de desplazarlo. Pero esta competencia de los obreros entre sí es la peor faceta de la situación actual para el obrero, es el arma más dañina que la burguesía esgrime contra el proletariado. De ahí los esfuerzos de los obreros por eliminar esta competencia mediante asociaciones, de ahí el furor de la burguesía contra esas asociaciones y su regocijo triunfal ante cada derrota infligida a éstas.



El proletariado está desvalido; no puede vivir ni un solo día por sí mismo. La burguesía se ha arrogado el monopolio de todos los medios de subsistencia en el sentido más amplio del término. Cuanto necesita el proletario, sólo puede obtenerlo de la burguesía, protegida en su monopolio por el poder del estado. Por consiguiente, el proletario es, de hecho y de derecho, esclavo de la burguesía; ésta puede disponer de la vida y muerte de aquél. Le ofrece sus medios de subsistencia, pero a cambio de un "equivalente", a cambio de su trabajo; incluso deja al obrero la apariencia de actuar según su libre albedrío, de acordar con ella un pacto con su libre anuencia, sin estar forzado de dar ésta, como hombre emancipado de tutelas. ¡Bonita libertad esa en la cual al proletario no le queda otra opción que allanarse a las condiciones que le impone la burguesía o de lo contrario morir de hambre y de frío, alojarse desnudo entre las fieras del bosque!¡ Bonito "equivalente", cuyo monto se halla por entero al arbitrio de la burguesía! Y si el proletario es tan necio como para preferir morirse de hambre en lugar de allanarse a las "justas" proposiciones de los burgueses, de sus "superiores naturales"... pues bien entonces será fácil hallar algún otro, ya que hay bastantes proletarios en el mundo y no todos están locos, no todos prefieren la muerte a la vida.


Ahí tenemos la competencia de los proletarios entre sí. Bastaría que todos los proletarios manifestasen nada más que la voluntad de perecer de hambre antes que trabajar para la burguesía, para que ésta tuviese que renunciar a su monopolio; pero no es éste el caso y hasta es algo casi imposible, por lo cual la burguesía sigue mostrando buen talante. Esta competencia entre los obreros tiene un solo límite: el de que ningún obrero querrá trabajar por menos de cuanto necesita para su existencia; si de todos modos ha de morirse de hambre, preferirá hacerlo en el ocio que trabajando. Desde luego que este límite es relativo; uno necesita más que el otro, uno está acostumbrado a mayores comodidades que el otro; el inglés que aún es algo civilizado necesita más que el irlandés, que viste harapos, come patatas y duerme en una pocilga. Pero ello no impide al irlandés competir con el inglés, deprimiendo paulatinamente el salario y con él el grado de civilización del obrero inglés al nivel de los del irlandés. Ciertos trabajos requieren un grado de civilización determinado y entre ellos se cuentan casi todos los trabajos industriales; por eso, en estos casos el salario debe ser, siquiera en interés de la propia burguesía, lo suficientemente elevado como para posibilitar al obrero el mantenerse dentro de esa esfera. El irlandés recién inmigrado, que acampa en el primer establo con que se topa y que inclusive, de alojarse en una vivienda tolerable, sería echado a la calle todas las semanas porque se bebería todo su dinero y no podría pagar el alquiler, sería un mal obrero fabril; por ello hay que darles a los obreros fabriles lo suficiente como para poder educar a sus hijos con vistas al trabajo regular, pero tampoco más, a fin de que no puedan prescindir del salario de sus hijos y de que éstos no puedan llegar a ser otra cosa que simples obreros. También en este caso es relativo el límite, el mínimo de salario; si todos los miembros de la familia trabajan, cada cual necesita percibir tanto menos y la burguesía, para deprimir el salario, ha aprovechado como es debido la ocasión -ofrecida por el trabajo de las máquinas - de ocupar a mujeres y niños y de sacarles rendimiento. Naturalmente, no en todas las familias cada cual está capacitado para el trabajo, y mal se vería una de tales familias si hubiese de trabajar por el mínimo de salario calculado para la familia íntegramente capacitada para el trabajo; por eso, en este caso el salario se establece en un término medio, con el cual a la familia íntegramente capacitada para el trabajo le va bastante bien, mientras que a la familia que cuenta con menos integrantes capacitados para el trabajo le va bastante mal. Pero en el peor de los casos, cualquier obrero preferirá sacrificar el poco lujo de civilización al que estaba habituado, con tal de mantener su mera existencia; preferirá una pocilga a ningún techo, harapos a ninguna vestimenta, patatas a la muerte por inanición. Preferirá contentarse con la mitad del salario, esperando tiempos mejores, que sentarse tranquilamente en la calle y morir ante los ojos del mundo, como lo hiciera más de un desocupado. Este poco, pues, este poco más que nada, constituye el mínimo del salario. Y si hay más obreros que los que la burguesía considera conveniente ocupar, es decir si al cabo de la lucha competitiva aún queda un número que no encuentra trabajo, ese número tendrá de morirse de hambre; pues es presumible que el burgués no les dará trabajo si no puede vender los productos de su trabajo con alguna utilidad.


(…)
Mientras tanto, aboquémonos al estudio de otra causa de la degradación a la cual se hallan librados los obreros ingleses, de una causa que aún sigue obrando de continuo en la tarea de deprimir cada vez más profundamente la situación de esta clase.

La inmigración irlandesa

Ya en varias ocasiones hemos mencionado ocasionalmente a los irlandeses que han emigrado a Inglaterra; ahora hemos de considerar más en detalle las causas y los efectos de esta inmigración.
La rápida expansión de la industria inglesa no hubiese podido producirse de no haber tenido Inglaterra, en la población numerosa y pobre de Irlanda, una reserva de la cual pudiera disponer. El irlandés nada tenía que perder en su patria y sí mucho que ganar en Inglaterra, y desde el momento en que se supo en Irlanda que al este del canal de San Jorge podía hallarse trabajo seguro y un buen salario para brazos fuertes, todos los años lo atravesaron multitudes de irlandeses. Se calcula que de este modo han inmigrado, hasta el presente, más de un millón y que anualmente inmigran aún alrededor de cincuenta mil, casi todos los cuales se lanzan sobre los distritos industriales, en especial las grandes ciudades donde constituyen la clase inferior de la población. (...) Esta gente, criada casi sin civilización alguna, habituada desde su infancia a toda suerte de privaciones, tosca, aficionada a la bebida, despreocupada por el futuro, llega así trayendo consigo todas sus brutales costumbres a una clase de la población inglesa que, en verdad, tiene pocos alicientes que la inclinen a la instrucción y a la moralidad. Veamos que nos dice Thomas Carlyle:

( Sigue una larga cita de este autor conservador en la que describe las costumbres de estos immigrados irlandeses. Tras ella, prosigue Engels)

Exceptuando la reprobación exagerada y unilateral del carácter nacional irlandés, Carlyle tiene toda la razón en este aspecto. Estos obreros irlandeses viajan a Inglaterra por cuatro peniques - en la cubierta de los vapores, en las que a menudo van hacinados de pie, como ganado-, anidan en todas partes. Por lo demás, las peores viviendas son bastante buenas para ellos; sus vestimentas les preocupan poco, mientras tengan un hilo que las mantenga unidas, y no conocen el calzado; su alimentación consiste en patatas, y nada más que patatas, y cuanto ganen por encima de esto lo gastan en bebida; ¿para qué necesita un elevado salario semejante estirpe? Los peores barrios de todas las ciudades están habitados por irlandeses; dondequiera que haya un distrito que se distinga por su suciedad y carácter ruinoso peculiares, cabe contar con que uno ha de encontrarse de preferencia con estos rostros célticos, que se distinguen a primera vista de las fisonomías sajonas de los nativos, y que ha de escuchar el cantado y aspirado brogue[1]irlandés, que el auténtico irlandés jamás olvida. A veces hasta he oído hablar irlandés céltico en los barrios más populosos de Manchester. La mayor parte de las familias que habitan en sótanos son, casi por doquier, de origen irlandés. En suma, que los irlandeses han descubierto, al decir del doctor Kay, cuál es el mínimo de necesidades vitales, y se lo están enseñando ahora a los obreros ingleses. También han traído consigo su suciedad y su afición a la bebida. Ese desaseo, que no hace tanto daño en el campo, donde la población vive dispersa, pero que se ha convertido para el irlandés en su segunda naturaleza, resulta en cambio aterrador y peligroso en las grandes ciudades, a causa de la concentración humana. Tal como estaba habituado a hacerlo en su patria, también aquí el milesiano[2] vuelca en la puerta de su casa toda la basura y los desperdicios, con lo cual reúne charcos y montones de basuras que afean los barrios obreros y apestan su aire. Al igual que en su patria construye una pocilga adosada a su casa y, si no puede hacerlo, hace dormir a su cerdo compartiendo con él su habitación. Este nuevo tipo anómalo de ganadería en las grandes ciudades es de origen totalmente irlandés; el irlandés es tan afecto a su cerdo como lo es el árabe a su caballo, sólo que lo vende cuando está suficientemente gordo como para sacrificarlo; pero por lo demás come y duerme con él, sus hijos juegan con él, montan sobre su lomo y se revuelcan con él en el lodo, cosa que puede verse millares de veces en todas las grandes ciudades de Inglaterra. Y resulta imposible imaginar la suciedad e incomodidad que reina dentro de las propias casas. El irlandés no está habituado a los muebles: un montón de paja, algunos harapos, demasiado echados a perder como para poder servirle de vestimenta, le bastan como cama. Un trozo de madera, una silla rota, un viejo cajón en lugar de mesa, y no necesita más; una tetera, algunas ollas y cacharros son suficientes para equipar su cocina, que es, al mismo tiempo su sala y su alcoba. Y si se halla escaso de combustible, va a parar a la chimenea todo cuanto se halle a su alcance y pueda entrar en combustión: sillas, jambas de las puertas, molduras y tablas del piso, si las hubiere. Además, ¿para qué necesita mucho espacio? Allá en Irlanda, en su choza de barro, sólo había un único ambiente interior para todos los fines domésticos; tampoco en Inglaterra necesita la familia más de una habitación. Así es como este hacinamiento de muchos en un sólo cuarto, hacinamiento que hoy en día se encuentra tan a menudo, también ha sido introducido, principalmente, por la inmigración irlandesa. Y puesto que el pobre diablo debe tener por lo menos un disfrute, ya que la sociedad lo ha excluido de todos los demás, entonces va y bebe aguardiente. El aguardiente es lo único que hace que, para el irlandés, la vida valga la pena de ser vivida; el aguardiente y, en todo caso, un temperamento jovial y despreocupado, y por ello se entrega al aguardiente hasta la ebriedad más brutal. El carácter meridional e irreflexivo del irlandés, su tosquedad, que lo sitúa muy poco por encima del nivel de un salvaje, su desdén por todos los disfrutes más humanos, de los cuales es incapaz precisamente a causa de esta tosquedad, su suciedad y su pobreza, todo ello favorece en él el alcoholismo; la tentación es demasiado grande, no puede resistirse a ella, y en cuanto obtiene algún dinero debe echárselo al gaznate. ¿Que otra cosa podría hacer? ¿Cómo esa sociedad, que lo sitúa en una posición en la cual debe convertirse, casi necesariamente en un bebedor, que lo desatiende en todo y permite que se embrutezca, como habría de condenarlo después si se convierte realmente en un beodo?



Éste es el competidor contra el cual debe luchar el obrero inglés: un competidor situado en el peldaño más bajo posible en un país civilizado y que, también, por eso mismo, necesita un salario menor que cualquier otro. Por eso no hay absolutamente otra posibilidad que, como dice Carlyle, la de que el salario del obrero inglés se hunda cada vez más en todos los ramos en los cuales el irlandés pueda competir con él. Y estos ramos del trabajo son muchos. Todos aquellos que requieran poca o ninguna destreza están al alcance del irlandés. Por cierto que los desordenados, veleidosos y bebedores irlandeses están situados en un nivel demasiado bajo para aquellos trabajos que requieren un aprendizaje prolongado o una actividad de duración regular. Para llegar a ser mecánico ( en inglés se denomina mechanica cualquier obrero empleado para confeccionar maquinarias) u obrero fabril, debería adoptar primeramente la civilización y las costumbres inglesas, en suma, tendría ante todo que volverse inglés en su índole. Pero cuando se trata de un trabajo sencillo y de menor exactitud, cuando importa más la fuerza que la habilidad, el irlandés sirve tanto como el inglés. Por eso, estos ramos del trabajo rebosan, sobre todo, de irlandeses: los tejedores manuales, oficiales albañiles, peones de carga y jobbers,[3]y otros por el estilo, cuentan con multitudes de irlandeses y la penetración de esta nación ha contribuido aquí en mucho a la disminución del salario y a la degradación de la propia clase obrera. Y aunque los irlandeses que han irrumpido en otros ramos del trabajo han debido volverse más civilizados, aún les quedó el remanente de bastantes rasgos de su anterior modo de vida, para también contribuir en este terreno - además de la influencia que debía suscitar un entorno de irlandeses en general- a una degradación de sus compañeros de trabajo ingleses. Pero si en casi todas las grandes ciudades, una quinta o cuarta parte de los obreros son irlandeses, o hijos de irlandeses criados en medio de la suciedad irlandesa, no cabe sorprenderse de que la vida de toda la clase obrera, sus costumbres, su posición intelectual y moral, su carácter todo, hayan asumido una parte considerable de esta índole irlandesa, y se podrá comprender como la indignante situación de los obreros ingleses, suscitada ya por la industria moderna y por sus consecuencias inmediatas, haya podido exacerbarse hasta un elevado grado de envilecimiento.



Extractos copiados de La situación de la clase obrera en Inglaterra, traducción al castellano a cargo de León Mames para Obras de Marx y Engels (OME) tomo 6, Barcelona-Buenos Aires-México D.F. , Crítica / Grupo editorial, 1978, pp. 330-349. El intento de publicación de las OME fue debido al impulso de Manuel Sacristán.






[1]Pronunciación fuertemente dialectal de un idioma y, en particular, del ingléshablado por los irlandeses.
[2]Miles are el nombre de los antiguos reyes de Irlanda.
[3]Buscadores callejeros de trabajos ocasionales.

Sobre el rol de la qüestió nacional en la competencia entre diverses fraccions de classe a l’interior a la classe obrera segons l’obra: La situació de la classe obrera a Anglaterra



Primera edició alemanya de "La situació de la classe
obrera a Anglaterra", (Barmen, 1845).

1844-1845
Friedrich Engels 
(Extractes de: “La situació de la classe obrera a Inglaterra”)
  

Context:

Com se sap, el pare de Friedrich Engels (Barmen, 1820-Londres, 1875) era l’amo d’una fàbrica textil a la localitat alemanya de Barmen i era soci d’una altra empresa textil a Manchester: Ermen & Engels. El jove Friedrich havia estat treballant a la fàbrica paterna de Manchester entre novembre de 1842 i agost de 1844. En aquests vint-i dos mesos tingué ocasió de conèixer i estudiar la situació de la classe obrera anglesa. Els resultats d’aquest estudi els anà publicant en forma d’articles a diverses revistes: Gazeta RenanaNew Moral WorldLe Républicain Suisse, els Anuaris Franco-Alemanys i a Vorwärts ( Endavant!). 

Plànol de Manchester (1801).

Tot passant per Paris mentre viatjava des de Anglaterra per tornar a Barmen, Engels trobà per segona vegada a Marx a finals d’agost de 1844. Un cop arribat a Barmen Engels va escriure La situació de la classe obrera a Inglaterraentre mitjans de novembre de 1844 i mitjans de març de 1845. L’obra fou publicada en alemany per primer cop a Barmen el mateix any 1845. La segona edició en alemany es produí l’any a Stuttgart l’any 1892. El mateix any 1892 es publicà la primera edició anglesa. 
La primera edició en castellà que conec es deu Editorial Futuro ( Buenos Aires, 1965). Posteriorment fou publicada per Ediciones Akal (Madrid, 1976). Existeix una altra traducció al castellà a càrrec de León Mames per a Obras de Marx y Engels (OME) tomo 6, Barcelona- Buenos Aires-México D.F. , Crítica/ Grupo editorial, 1978, pp. 249-544. L’intent de publicació d ‘ OME es degué a l’ impuls de Manuel Sacristán.
Es pot trobar una versió en castellà a: https://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/situacion/index.htm
Desgraciadament no existeix traducció d’aquesta obra al català.
E.P. Thompson estudió el desarrollo de la classe obrera inglesa en su magistral obra La formación de la classe obrera en Inglaterra, Madrid, Capitán Swing, 2012. 

Comentari previ: 

En aquesta obra escrita pel jove Engels quan tenia 24-25 anys es fa enquesta/ recerca sobre la situació de la classe obrera anglesa en el context de la revolució industrial.  A partir de l’examen empíric dels fets es constata la realitat concreta de la lluita de classes. No ens trobem davant d’un constructe abstracta, elaborat sobre una taula de despatx, al marge de la realitat concreta sinó de l’estudi en temps real de lluita de classes concreta que es desenvolupa com a procés complex. Estem davant del registre empíric d’una quantitat ingent de dades materials, socials, econòmiques, culturals i polítiques a partir del qual es dedueix l’existència del fenomen i no a la inversa. 
El lector que s’endinsi en la lectura del conjunt de l’obra podrà captar com la classe obrera es construeix com a classe en el transcurs de la lluita lluita de classes. 


És dins d’aquests context concret i complex alhora que Engels registra la realitat dels obrers immigrats irlandesos com a fracció de la classe obrera que entra en competència amb d’altres fraccions de la mateixa. Engels examina el rol que hi juguen en aquesta competència els fenòmens culturals, ètnics o lingüístics. 
Estem lluny encara de les posicions que Marx d’acord amb Engels adoptarà trenta anys després al respecte del tema d’Irlanda i de la unitat de lluita de la classe obrera anglesa i irlandesa en els debats de la AIT. Però sens dubte aquí en tenim una precedent. Llegim-lo sense prejudicis. 

(…)
La competència.

Hem vist en la introducció que la competència va crear el proletariat en els mateixos inicis del moviment industrial, a l'augmentar el salari dels teixidors en virtut de l'augment de la demanda de teles, amb la qual cosa va induir als camperols que teixien a renunciar a les seves activitats agrícoles per poder guanyar tant més treballant en el teler; hem vist còm es va desplaçar als petits camperols mitjançant el sistema d'explotació en gran escala, els va degradar a proletaris i després els va arrossegar parcialment cap a les ciutats; més tard, va arruïnar en la seva major part a la petita burgesia i la va degradar així mateix a proletaris, centralitzant el capital en mans d'uns pocs i la població en grans ciutats. Tals són els diversos mitjans i vies pels quals la competència, tal com es va manifestar amb plenitud i tal com va desenvolupar lliurement les seves conseqüències en la indústria moderna, va crear i va expandir el proletariat. Haurem de considerar ara la seva influència sobre el proletariat existent. I el primer que hem de fer aquí serà desenvolupar en les seves conseqüències la competencia dels obrers individuals entre si.
La competència és l'expressió més consumada de la guerra de tots contra tots que impera en la societat burgesa moderna. Aquesta guerra - una guerra per la vida, per l'existència, per tot i, per tant, en cas de necessitat, una guerra de vida o mort- no només es planteja entre les diverses classes de la societat, sinó també entre els integrants individuals d'aquestes classes; cadascú constitueix un obstacle per a el seu proïsme i per això tracta de desplaçar a tots els que s'interposen en el seu camí i d'ocupar el lloc d'aquests. Els obrers competeixen entre si, tal com competeixen els burgesos. El teixidor mecànic competeix contra el teixidor manual, el teixidor manual desocupat o mal remunerat ho fa contra el qual està ocupat o millor remunerat i tracta de desplaçar-lo. Però aquesta competència dels obrers entre si és la pitjor faceta de la situació actual per l'obrer, és l'arma més perjudicial que la burgesia esgrimeix contra el proletariat. D'aquí els esforços dels obrers per eliminar aquesta competència mitjançant associacions, d'aquí el furor de la burgesia contra aquestes associacions i la seva alegria triomfal davant de cada derrota infligida a aquestes.


El proletariat està desvalgut; no pot viure ni un sol dia per si mateix. La burgesia s'ha arrogat el monopoli de tots els mitjans de subsistència en el sentit més ampli del terme. Tot allò que necessita el proletari, només pot obtenir-ho de la burgesia, protegida en el seu monopoli pel poder de l'estat. Per tant, el proletari és, de fet i de dret, esclau de la burgesia; ella pot disposar de la vida i mort d'aquell. Li ofereix els seus mitjans de subsistència, però a canvi d'un "equivalent", a canvi del seu treball; fins i tot deixa a l'obrer l'aparença d'actuar al seu lliure albir, d'acordar amb ella un pacte amb la seva lliure anuència, sense estar forçat de donar aquesta, com a home emancipat de tuteles. Bonica llibertat aquesta en la qual l'proletari no li queda una altra opció que aplanar-se a les condicions que li imposa la burgesia o en cas contrari morir de fam i de fred, allotjar-nu entre les feres del bosc! Bonic "equivalent", quina suma es troba completament sota l'arbitri de la burgesia! I si el proletari és tan neci com per preferir morir de fam en lloc de aplanar-se a les "justes" proposicions dels burgesos, dels seus "superiors naturals" ... doncs bé llavors serà fàcil trobar algun altre, ja que hi ha bastants proletaris en el món i no tots estan bojos, no tots prefereixen la mort a la vida.


Aquí tenim la competència dels proletaris entre si. N'hi hauria prou que tots els proletaris manifestessin la voluntat de morir de fam abans que treballar per la burgesia, perquè aquesta hagués de renunciar al seu monopoli; però no és aquest el cas i fins i tot és una cosa gairebé impossible, per la qual cosa la burgesia segueix mostrant bon tarannà. Aquesta competència entre els obrers té un sol límit: el que cap obrer voldrà treballar per menys del que necessita per la seva existència; si de totes maneres ha de morir-se de fam, preferirà fer-ho en el lleure que treballant. Per descomptat que aquest límit és relatiu; un necessita més que l'altre, un està acostumat a majors comoditats que l'altre; l'anglès que encara és una mica civilitzat necessita més que l'irlandès, que vesteix parracs, menja patates i dorm en una cort de porcs. Però això no impedeix a l'irlandès competir amb l'anglès, deprimint de mica en mica el salari i amb ell el grau de civilitzación de l'obrer anglès al nivell dels de l'irlandès. Certs treballs requereixen un grau de civilització determinat i entre ells es troben gairebé tots els treballs industrials; per això, en aquests casos el salari ha de ser, si més no en interès de la pròpia burgesia, prou elevat com per possibilitar l'obrer el mantenir-se dins d'aquesta esfera. L'irlandès recentment immigrat, que acampa en el primer estable amb què es topa i que fins i tot, en el cas d'allotjar-se en un habitatge tolerable, seria tret al carrer cada setmana perquè es beuria tots els seus diners i no podria pagar el lloguer, seria un mal obrer fabril; per això cal donar-los als obrers fabrils prou com per poder educar els seus fills amb vistes al treball regular, però tampoc més, per tal que no puguin prescindir del salari dels seus fills i que aquests no puguin arribar a ser una altra cosa que simples obrers. També en aquest cas és relatiu el límit, el mínim de salari; si tots els membres de la família treballen, cadascú necessita percebre tant menys i la burgesia, per deprimir el salari, ha aprofitat com cal l'ocasió -oferida pel treball de les màquines - d'ocupar a dones i nens i de treure'n rendiment . Naturalment, no en totes les famílies cadascú està capacitat per al treball, i mal es veuria una de tals famílies si hagués de treballar pel mínim de salari calculat per a la família íntegrament capacitada per al treball; per això, en aquest cas el salari s'estableix en un terme mig, amb el qual a la famiia integrament capacitada per al treball li va força bé, mentre que a la família que compta amb menys integrants capacitats per al treball li va bastant malament. Però en el pitjor dels casos, qualsevol obrer preferirà sacrificar el poc luxe de civilització a què estava habituat, per tal de mantenir la seva mera existència; preferirà una cort de porcs a cap sostre, parracs a cap vestimenta, patates a la mort per inanició. Preferirà acontentar-se amb la meitat del salari, esperant temps millors, que seure tranquil·lament al carrer i morir davant els ulls del món, com ho fes més d'un desocupat. Aquest poc, doncs, aquest poc més que res, constitueix el mínim del salari. I si hi ha més obrers que els que la burgesia considera convenient ocupar, és a dir si al cap de la lluita competitiva encara queda un nombre que no troba feina, aquest nombre tindrà de morir-se de fam; doncs és presumible que el burgès no els donarà feina si no pot vendre els productes del seu treball amb alguna utilitat.


(…)
Mentrestant, aboquem-nos a l'estudi d'una altra causa de la degradació a la qual es troben lliurats els obrers anglesos, d'una causa que encara segueix obrant de continu en la tasca de deprimir cada vegada més profundament la situació d'aquesta classe.

La immigració irlandesa

Ja en diverses ocasions hem esmentat ocasionalment als irlandesos que han emigrat a Anglaterra; ara hem de considerar més detalladament les causes i els efectes d'aquesta immigració.
La ràpida expansió de la indústria anglesa no s’hauria pogut produir de no haver tingut Anglaterra, en la població nombrosa i pobra d'Irlanda, una reserva de la qual pogués disposar. L'irlandès no tenia res a perdre en la seva pàtria i sí molt a guanyar a Anglaterra, i des del moment en què es va saber a Irlanda que a l'est del canal de Sant Jordi podia trobar treball segur i un bon salari per a braços forts, tots els anys el van travessar multituds d'irlandesos. Es calcula que d'aquesta manera han immigrat, fins al present, més d'un milió i que anualment immigren encara al voltant de cinquanta mil, gairebé tots els quals es llancen sobre els districtes industrials, especialment les grans ciutats on constitueixen la classe inferior de la població. (...) Aquesta gent, criada gairebé sense civilització alguna, habituada des de la seva infància a tota mena de privacions, tosca, aficionada a la beguda, despreocupada pel futur, arriba així portant amb si totes les seves brutals costums a una classe de la població anglesa que, en veritat, té pocs al·licients que la s'inclinin a la instrucció ia la moralitat. Vegem que ens diu Thomas Carlyle:

(Segueix una llarga cita d'aquest autor conservador en la qual descriu els costums d'aquests immigrats irlandesos). Després  d'aquesta cita, prossegueix Engels)

Exceptuant la reprovació exagerada i unilateral del caràcter nacional irlandès, Carlyle té tota la raó en aquest aspecte. Aquests obrers irlandesos viatgen a Anglaterra per quatre penics - a la coberta dels vapors, en les que sovint van amuntegats de peu, com bestiar-, nien a tot arreu. Per la resta, les pitjors habitatges són força bons per a ells; les seves vestimentes els preocupen poc, mentre tinguin un fil que les mantingui unides, i no coneixen el calçat; la seva alimentació consisteix en patates, i res més que patates, i com guanyin per sobre d'això el gasten en beguda; ¿Per què necessita un elevat salari semblant estirp? Els pitjors barris de totes les ciutats estan habitats per irlandesos; on sigui que hi hagi un districte que es distingeixi per la seva brutícia i caràcter ruïnós peculiars, cal comptar amb que un ha de trobar-se de preferència amb aquests rostres cèltics, que es distingeixen a primer cop d'ull de les fisonomies saxones dels nadius, que ha d'escoltar  el cantat i aspirat brogue[1]irlandès, que l'autèntic irlandès mai oblida. A vegades fins i tot he sentit parlar irlandès cèltic als barris més populosos de Manchester. La major part de les famílies que habiten en soterranis són, gairebé per tot arreu, d'origen irlandès. En suma, que els irlandesos han descobert, segons diu el doctor Kay, quin és el mínim de necessitats vitals, i li estan ensenyant ara als obrers anglesos. També han importat la seva brutícia i la seva afició a la beguda. Aquesta manca d’higiene, que no és tant danyina al camp, on la població viu dispersa, però que s'ha convertit per l'irlandès en la seva segona naturalesa, resulta en canvi aterridor i perillós en les grans ciutats, a causa de la concentració humana. Tal com estava habituat a fer-ho en la seva pàtria, també aquí el milesià[2]aboca a la porta de casa totes les escombraries i les deixalles, amb la qual cosa reuneix tolls i munts d'escombraries que enlletgeixen els barris obrers i fan pudent seu aire. Igual que en la seva pàtria construeix una cort de porcs adossada a casa seva i, si no pot fer-ho, fa dormir al seu porc compartint amb ell la seva habitació. Aquest nou tipus anòmal de ramaderia a les grans ciutats és d'origen totalment irlandès; l'irlandès és tan afectuós amb el seu porc com ho és l'àrab al seu cavall, només que ell el ven quan està prou gros com per sacrificar-lo; però, per la resta,  menja i dorm amb ell, els seus fills juguen amb ell, munten sobre el seu llom i es rebolquen amb ell en el fang, cosa que es pot veure milers de vegades en totes les grans ciutats d'Anglaterra. I resulta impossible imaginar la brutícia i incomoditat que regna dins de les pròpies cases. L'irlandès no està habituat als mobles: un munt de palla, alguns parracs, massa fets malbé com per poder servir-li de vestimenta, en té prou com llit. Un tros de fusta, una cadira trencada, un vell calaix en lloc de taula, i no necessita més; una tetera, algunes olles i atuells són suficients per equipar la seva cuina, que és, al mateix temps la seva sala i la seva alcova. I si es troba escàs de combustible, va a parar a la xemeneia tot el que es trobi al seu abast i pugui entrar en combustió: cadires, brancals de les portes, motllures i taules del pis, si n'hi ha. A més, ¿per a què necessita molt espai? Allà a Irlanda, a la seva barraca de fang, només hi havia un únic ambient interior per a tots els fins domèstics; tampoc a Anglaterra necesita la família més d'una habitació. Així és com aquest amuntegament de molts ena un sola habitació, amuntegament que avui en dia es troba tan sovint, també ha estat introduït, principalment, per la immigració irlandesa. I ja que el pobre diable ha de tenir com a mínim un gaudi, ja que la societat ho ha exclòs de tots els altres, llavors va i beu aiguardent. L'aiguardent és l'única cosa que fa que, per l'irlandès, la vida valgui la pena de ser viscuda; l'aiguardent i, en tot cas, un temperament jovial i despreocupat, i per això es lliura al aiguardent fins l'ebrietat més brutal. El caràcter meridional i irreflexiu de l'irlandès, el seu tosquedat, que el situa molt poc per sobre del nivell d'un salvatge, el seu desdeny per tots els gaudeixis més humans, dels quals és incapaç precisament a causa d'aquesta tosquedat, la seva brutícia i la seva pobresa , tot això afavoreix en ell l'alcoholisme; la temptació és massa gran, no pot resistir-se a ella, i quant obté alguns diners ha de tirar-se’ls a la gola. ¿Quina altra cosa podria fer? Com aquesta societat, que el situa en una posició en la qual ha de convertir-se, gairebé necessàriament en un bevedor, que el desatén en tot i permet que s’embruteixi, després com hauria de condemnar-lo si es converteix realment en un begut?


Aquest és el competidor contra el qual ha de lluitar l'obrer anglès: un competidor situat l’esglaó més baix possible en un país civilitzat i que, també, per això mateix, necessita un salari menor que qualsevol altre. Per això no hi ha absolutament cap altra possibilitat que, com diu Carlyle, que la de que el salari de l'obrer anglès s'enfonsi cada vegada més en tots els rams en els quals l'irlandès pugui competir amb ell. I aquests rams del treball són molts. Tots aquells que requereixin poca o cap destresa estan a l'abast de l'irlandès. Per cert que els desordenats, vel·leïtosos i bevedors irlandesos estan situats en un nivell massa baix per a aquells treballs que requereixen un aprenentatge prolongat o una activitat de durada regular. Per arribar a ser mecànic (en anglès es denomina mechanica qualsevol obrer empleat per confeccionar maquinàries) o obrer fabril, hauria d'adoptar primerament la civilització i els costums anglesos, en definitiva, hauria abans que res que convertir anglès en el seu caràcter. Però quan es tracta d'un treball senzill i de menor exactitud, quan importa més la força que l'habilitat, l'irlandès serveix tant com l'anglès. Per això, aquests rams del treball desborden, sobretot, d'irlandesos: els teixidors manuals, oficials paletes, peons de càrrega i jobbers,[3]i altres per l'estil, compten amb multituds d'irlandesos i la penetració d'aquesta nació ha contribuït aquí a molt a la disminuación del salari ia la degradació de la pròpia classe obrera. I encara que els irlandesos que han irromput en altres rams del treball han hagut de tornar-se més civilitzats, encara els va quedar el romanent de bastants trets de la seva anterior manera de vida, per també contribuir en aquest terreny - a més de la influència que havia de suscitar un entorn de irlandesos en general- a una degradació dels seus companys de treball anglesos. Però si en gairebé totes les grans ciutats, una cinquena o quarta part dels obrers són irlandesos, o fills d'irlandesos criats enmig de la brutícia irlandesa, no pot sorprendre que la vida de tota la classe obrera, els seus costums, la seva posició intel·lectual i moral, el seu caràcter tot, hagin assumit una part considerable d'aquesta índole irlandesa, i es podrà comprendre com la indignant situació dels obrers anglesos, suscitada ja per la indústria moderna i per les seves conseqüències immediates, hagi pogut exacerbar-se fins a un elevat grau de enviliment.



Extractes copiats de “La situación de la clase obrera en Inglaterra”, traducción al castellano a cargo de León Mames para Obras de Marx y Engels (OME) tomo 6, Barcelona-Buenos Aires-México D.F. , Crítica / Grupo editorial, 1978, pp. 330-349. L’intent de publicació de les OME en castellà fou degut l’impuls de Manuel Sacristán.




[1]Pronunciació fortament dialectal d'una llengua i, en particular, de l'anglès  parlat pels irlandesos.
[2]Miles era el nom dels antics reis a Irlanda.
[3]Cercadors de treballs ocasionals.