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dimecres, 6 de maig del 2009

Pensées sur l’interprétation de la nature. Denis Diderot


PEP TRAVERSO

Notas de Colas Duflo al libro de D. Diderot Pensées sur l’interprétation de la nature d’éditions Flammarion, Paris, 2005.

Hay momentos en la historia de la humanidad en que las controversias científicas parecen conducir directamente a la discusión del todo social, como si lo que predominara en la relación entre los distintos saberes fuera la transversalidad y la continuidad. Seguramente son éstos los momentos revolucionarios, las clases dominantes lo saben y entran a saco en cuestiones aparentemente poco importantes. En esos momentos aparece la filosofía, lo hace marcada por esa su mirada a la totalidad, como ontología, posicionamiento ante las formas de ser, como discurso inevitablemente de combate. En la Francia de mediados del siglo XVIII y alrededor de la pregunta sobre la naturaleza y sobre cómo conocerla se desarrolló una de estas batallas que fue mucho más allá de las estrictas cuestiones científicas o de método.

El importante desarrollo de las ciencias de la vida, la biología, la botánica, la medicina y la anatomía hizo bajar de los cielos filosóficos las discusiones sobre diferentes aspectos de la naturaleza y permitió la participación de una buena cantidad de médicos, físicos, botánicos, matemáticos…y quizás fue esto lo que espantó a las clases dominantes, la masificación y extensión del debate, el trasiego incontrolable de libros y panfletos, “hâtons-nous de rendre la philosophie populaire” gritaba Diderot.

La visión galileana que animaba a descubrir el esqueleto matemático de la naturaleza, el paradigma cartesiano que priorizaba en los cuerpos la extensión, la figura y el movimiento, incluso, la abstracción de las leyes newtonianas parecían poder decir muy poco ante el estudio pormenorizado de los organismos vivos; en especial las ciencias experimentales parecían estar en ebullición negándose a reconocer en las matemáticas su función paradigmática, el concepto de experiencia ganaba peso…el debate profundo, la crisis existía, lo prueba la aparición de posicionamientos claramente regresivos; p. e., el médico G. E. Stahl “avec son retour au finalisme et à l’âme comme principe d’explication des phénomènes biologiques” (p.23) o la iglesia católica con los jesuitas al frente formados en orden de combate.

¿Es este balanceo en el campo científico, de las frías matemáticas a las cálidas ciencias de la vida el factor explicativo central? Difícilmente; habrá que estudiar los cambios acaecidos en la vida social, las transformaciones económicas, políticas y sociales que están sucediendo en la Francia de mediados del XVIII para tener una idea de conjunto de cierta validez.

En este magma social es donde intervienen les philosophes, aunque con posiciones diferenciadas, D’Alembert, La Mettrie, Diderot, Maupertuis, D’Holbach, Voltaire, Rousseau conforman una primera línea de lujo, pero tras ellos debe haber estudiantes, herboristas, artesanos, médicos, químicos que deben, con su persistente actividad, preocupar mucho más a los poderes establecidos.

C. Duflo nos ayuda a sintetizar todo esto, « Il y a dans la première moitié du XVIIIe siècle une crise des modèles épistémologiques hérités du XVIIe siècle, qui atteint son climax dans les années 1750. Elle est liée à la naissance et au développement de ce qe nous appelons aujourd’hui les sciences de la vie et de la terre »(p.21)

« Après Descartes, les hypothèses sur la formation de la terre se sont multipliées. Elles s’appuient sur les découvertes de fossiles ou sur l’analyse des matières qui composent le globe » (p.21)

« La connaissance du monde végétal a considérablement progressé depuis le milieu du XVIIe siècle, aussi bien relativement à la quantité des informations disponibles que relativement à l’organisation de ses connaissances »(p.21)

« Mais c’est surtout la connaissance du vivant qui suscite le plus d’interrogations nouvelles, à la mesure des considérables progrès qu’elle réalise dans différents domaines : connaissance des organes et de leur fonctionnement (médecine et physiologie), théories sur les mécanisme de la génération, découvertes sur le monde animal… »(p.22)

« Si des penseurs comme Voltaire se sentent obligés de donner leur avis sur ces questions, c’est qu’ils perçoivent bien que elles engagent des débats plus fondamentaux sur ce que sont la vie ou l’animalité… »(p.22)

« Les propriétés de la matière, la formation de la Terre ou celle des espèces, la génération du vivant, etc., sont autant de sujets potentiellement polémiques et dangereux »(p.11)

Una de estas cuestiones « potentiellement polémiques et dangereux » podria ser la admiración que provoca la naturaleza, quedarnos con la boca abierta ante su belleza, su majestuosidad, su complejidad y perfección hasta en lo más diminuto…y quien podría negar que esta inabarcable belleza no hace sino reflejar una inteligencia superior, infinita. Diderot ha tomado partido desde joven, « la tâche du philosophe est de dissiper l’étonement, et non de s’y complaire », en la Lettre sur les aveugles se nos dice, « s’il vous étonne, c’est peut-être parce que vous êtes dans l’habitude de traiter de prodige tout ce que vous paraît au-dessus de vos forces » Las repercusiones de este tema están claras.

Entonces, ¿cómo considerar la naturaleza? « la nature doit être comprise comme une totalité en laquelle tout est lié […] appliquée au champ des sciences de la vie, cette hypothèse générale conduit à affirmer l’unité fondamentale de tous les corps organisés comme des variations d’un même prototype»(33) y de aquí a la búsqueda de la sensibilidad y del pensar en la propia materia y a una metodología científica centrada en la experimentación, y de aquí a un nuevo y potente concepto de experiencia. Diderot, Maupertuis, Holbach transcurren por estas ideas y la cosa era preocupante…para las clases dominantes.

No sé si es alejarme demasiado del tema pero esta “preocupación” aparece claramente en el siguiente hecho histórico que he leído en la contraportada de la última edición en castellano del libro de Holbach El cristianismo al descubierto, “un aprendiz recibió de un vendedor ambulante llamado Lécuyer –escribe Diderot a su amiga y confidente Sophie Volland-, como pago o por alguna razón, dos ejemplares de El cristianismo al descubierto, y vendió uno de ellos a su maestro. El vendedor, su mujer y el aprendiz fueron arrestados y puestos en la picota, azotados y marcados; el aprendiz, condenado a nueve años de galeras, el vendedor a cinco y la mujer a un asilo para toda la vida”