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divendres, 16 de gener del 2009

Jesuitas y curas en la guerra de las harinas.

“Quizás fuese natural que los contemporáneos, especialmente los partidarios de Turgot ( Voltaire, entre ellos) hubiesen visto estos disturbios como el resultado de un complot destinado a privar a la capital de sus existencia de alimentos y a derrotar al gobierno por la fuerza. Miromesnil, el Guardián de los Sellos, por ejemplo, dijo ante el parlément de Paris, con toda la autoridad de su elevado cargo que “se había elaborado un plan para despojar a la campiña... matar de hambre a las ciudades, en particular a Paris”. Es cierto que Turgot tenía enemigos en la Corte, entre ellos el poderoso príncipe de Conti, cuya ancestral mansión de L’Isle-Adam estaba sospechosamente cerca del lugar donde había comenzado el problema. Estaban también los jesuitas y el partido de la Iglesia, para quienes los principios de libre pensamiento de Turgot y su conocida vinculación con los philosophes y enciclopedistas eran motivo de público escándalo y reproche. ¿ Y no era acaso significativo que una cantidad de párrocos hubiesen sido arrestados y a varios más se les considerara sospechosos, como pretendidos instigadores de las revueltas? ¿No era también extraño que los agentes de confianza del abate Terray, Doumerc y Sorin de Bonne, hubiesen sido confinados en la Bastilla junto a varios otros no bien terminados los disturbios?” 

 

George Rudé. La multitud en la historia. Los disturbios populares en Francia e Inglaterra. 1730-1848, Ed. Siglo XXI. Madrid, 1989. Primera edición en inglés 1964. Primera edición en castellano, 1971 (Argentina)  (pp.33-34)